PARTE 1: "El reto"

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Desde la primera vez, su vida sexual siempre había sido bastante activa, había tenido tanto experiencias buenas, como malas, pero nada serio realmente. Y debido a la bendición de los genes de sus padres, tenía un aspecto naturalmente agraciado, lo cual le resultaba eficiente a la hora de acercarse a sus conquistas. Nunca fue su intención buscar algo serio, él simplemente quería algo informal o de una noche, pero habían sido varias las chicas que confundían sus intenciones, aunque haya sido lo primero que les dijera al conocerlas.

Yang Jeongin era un rompe corazones de forma no intencional. Era un secreto a voces que, aquél chico lindo con cara de ángel, solía transformarse en una bestia en la cama. Pero lo que nadie sabía, es que el chico tenía serios problemas para quedar satisfecho después del acto sexual, las veces que había logrado acabar sin tocarse eran contadas con los dedos de una mano. Y eso le había resultado un gran y tedioso problema a lo largo de su vida. Sí, él tenía gran facilidad para satisfacer a otros, más no quería decir que otros pudieran lograr lo mismo con él. Así había sido durante mucho tiempo, hasta que, un día en el que se decidió por hacer a un lado sus prejuicios, Jeongin encontró la solución para deshacerse de su frustración sexual.

Desde sus primero años de vida, su familia-pero por sobre todo sus padres-le había inculcado la idea de que, lo "normal", o lo que su religión creía correcto, era que las mujeres habían sido creadas para los hombres con el objetivo de procrear nueva vida, y que por eso; los homosexuales no estaban bien y arderían en el infierno por desviados. Sí, la familia Yang era caracterizada por ser católica y extremista. Y por eso, no es de extrañar que el hijo del medio, un homosexual, haya tratado de reprimir su verdadera sexualidad, prácticamente desde siempre. O así había sido hasta hace poco.

Cuando Jeongin finalmente se animó a experimentar con total libertad, fue cuando realmente pudo sentirse pleno y satisfecho, en muchos sentidos. El sexo con chicos era algo que le otorgaba un placer inmenso que ni todas las chicas más guapas de la universidad habían logrado darle. Sin embargo, y a pesar de haberse aceptado sin muchas complicaciones, decirle a su familia era algo que no tenía planeado en absoluto, como poco lo tacharían de enfermo o desviado, y las posibilidades de que lo echaran de la casa eran grandes. Pero aun así, no le afectaba mucho realmente, pues tenía el apoyo incondicional de su mejor amigo, y eso le bastaba.

― ¿Pizzas o empanadas? ―preguntó Seungmin desde la cocina. Tenía su celular en su mano, listo para llamar a su rotisería de confianza.

―Empanadas. Que sean de carne ―contestó Jeongin desde el sofá chaise longue de la sala. Estaba en medio de una lucha con su celular, el cual se había tildado desde hace como un minuto.

― ¿Dulces o saladas? ―volvió a preguntar, y Jeongin lo miró indignado por semejante pregunta estúpida ― ¿Saladas?

―Ya sabés que me dan asco las pasas de uva― contestó con obviedad. El pobre e indefenso celular terminó volando hasta chocar contra el respaldo del sofá individual que había ahí cerca.

Jeongin suspiró, irritado e impaciente, su celular andaba para el orto y tenía hambre.

― ¡Min! ―se escuchó desde la entrada de la casa ―Ah, Jeongin ¿Viste a Seungmin? ―la figura de Christopher Bang-medio hermano de su amigo- apareció en la sala.

―Está en la cocina, hablando por teléfono ―respondió con desinterés.

La relación que tenía Jeongin con Chris era un tanto neutra, siempre fueron de tratarse bien, no eran ni muy amigos, pero tampoco eran desconocidos, y Jeongin era prácticamente uno más de la casa, hasta una cama propia tenía allí, pues los padres de su amigo le tenían un cariño inmenso, Jeongin era como su tercer hijo.

ᴇʟ ᴍɪꜱᴍᴏ ʙᴀɴᴅᴏ » ᴄʜᴀɴɪɴWhere stories live. Discover now