Parte única

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Me encontraba sentada en una banca del parque frente al lago, mirando hacia la hermosa vista que se me presentaba. Sumida en aquellos viejos recuerdos que este lugar me traía, que cada vez se iban haciendo más borrosos, y con ellos todos aquellos momentos especiales vividos con ella.

Todos aquellos recuerdos que una vez estaban almacenados en mi memoria, íntegros, que siempre reía al recordarlos y eso me hacía feliz, ahora se desvanecían sin dejar rastro, y ahora cada vez que trataba de recordarlos, estos me hacían deprimir y comenzaba a extrañarla.

Después de envolverme en mis pensamientos, volví a la realidad. Admiré el cielo, estaba tornándose un poco rosa, puesto que el atardecer se acercaba.

Decidí levantarme de aquella banca, pues llevaba mucho rato sentada allí -y estaba muy cómoda, la verdad-, pero no podría decir lo mismo después que me levanté y pude estirar mis piernas.

Me acerqué al lago, y divisé el pequeño puente que se encontraba allí, adornado por hermosas flores enredadas por sus barrotes, dándole una vista muy agradable.

Caminé por el puente, a paso lento. Apoyé mis antebrazos en el barandal del puente, sumiéndome de nuevo en viejos recuerdos.

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Cielos, ¿cómo puedo calmar mis nervios? Intenté miles -casi miles- maneras para poder calmarme, fallando en todas ellas. Así que al final, me decidí hacerlo soportando mi estado, pero actuaría un poco para no ser tan evidente. Con mis manos temblorosas y sudorosas del nerviosismo, tomé el móvil, busqué su contacto y presioné el signo verde. Mientras oía los pitidos de espera, inhalé y exhalé. Cuando me dirigía a hacerlo de nuevo, fui interrumpida por aquella voz que llevaba semanas -desde que aclaré mis sentimientos- haciéndome flaquear las piernas.

-¡Hola Taengoo!

-E-Eh... Sí. Ho-Hola -Adiós dignidad.

-¿Te sucede algo?

-¡NO! Digo, no. Claro que no. -tosí falsamente.- Quería... invitarte al parque central. Salgam- Veámonos un momento, el lugar de siempre.

-Está bien Taengoo. Te veo pronto.

Dicho esto, ella finalizó la corta llamada. Pensé que después de esto mi pulso volvería a la normalidad, pues me equivoqué. Al parecer se duplicó, porque aún no llega el momento por la razón la cual la cité.

Me encaminé hacia nuestro lugar de encuentro. Estaba animándome mentalmente, y planeando exactamente lo que diría. Llegué al parque central y esperé a que ella llegara, porque al parecer salí de casa muy temprano.

La vi aproximarse hasta mí con una pequeña sonrisa, sentí mi pulso ascender de nuevo.

Caminamos por el parque, tratando de apaciguar mis nervios, y nos detuvimos a sentarnos en una banca. Era el mejor lugar para admirar la hermosa vista del lago, donde habían muchas plantas de varios tonos dándole una exquisita vista. Lo malo -o bueno- era que esa zona no se frecuentaba mucho por estar un poco alejada.

Nos acercamos a la banca, sentándonos mientras ella admiraba nuestra bella vista del frente. Decidí comenzar a hablar.

Aquella tardeWhere stories live. Discover now