Primavera: Flores Que Caen

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— ¡Akaashi, apúrate o llegaremos tarde! —Habló el de cabello bicolor mientras daba pequeños saltos en su lugar.

—Paciencia Bokuto-san —Intentó calmarlo —Pero debo asegurarme de dejar todo en orden.

— ¡Vamos Akaashi! —Revolvió su cabello —Ya revisé cinco veces.

—Como la última vez y al final dejaste la llave de la cocina abierta. Casi te dio un infarto por el recibo del agua.

— ¡Me disculpé por eso!

—Bien —Salió de la casa con canasta en mano y cerró con llave —Ahora sí, estoy listo.

— ¡Entonces en marcha! —Gritó feliz mientras se dirigía al auto —Ah, Akaashi.

—Prefiero caminar —Habló mientras salía a la calle.

—Pero...

—Así es más divertido —Sonrió — ¿No te parece?

—Bien —Habló no muy convencido. Se alejó del auto y corrió a su lado —Pero yo me llevo las cosas —Le quitó lo que traía en manos.

—De acuerdo.

El camino no fue largo pero tampoco corto. Se perdieron dos veces pero eso no importó, Akaashi pidió indicaciones mientras Bokuto decía que podía encontrar el lugar sin ayuda. Al final lograron llegar.

El parque era grande y colorido. La primavera se respiraba en el aire y ese día era especial porque estaban ahí para festejar el Hanami.

—¡Hay mucha gente! —Se quejó el mayor —¿Lo ves? Era mejor en auto.

Akaashi observaba el parque de un lado a otro. Después de mucho analizar, asintió. Sujetó la mano de Bokuto y comenzó a caminar.

— Espera ¡Akaashi! ¿A dónde vamos?

—Pronto lo sabrás.

Salieron del camino y pasaron entre los frondosos y rosáceos árboles de cerezo. En unos minutos se encontraban frente a un pequeño lago. Tranquilo y con poca gente, algo que Bokuto agradeció.

—Este lugar no es tan conocido —Habló el menor.

— ¿Y cómo sabías de él?

—Un excompañero del trabajo me contó de este lugar, y no Bokuto-san —Dijo al ver el rostro serio del mayor —No quiere robarse mi amor por ti.

—¿Seguro? —Preguntó no muy convencido.

—Seguro.

—Ah, bueno —Sonrió.

Se acercaron a un árbol que se encontraba a pocos metros del lago. Bokuto colocó un gran mantel con estampado de búhos de colores. Akaashi quería ayudar pero el mayor se lo impedía.

—Por favor, Bokuto-san —Se acercó a la cesta pero de nuevo fue apartado —Bokuto-san.

—No Akaashi —Negó mientras acomodaba las cosas —Quiero demostrarle a mi lindo Keiji que puedo solito.

—Estas actuando de forma infantil —Suspiró al ver que era ignorado.

—¡Listo! —Sonrió triunfante ante la manta sin una sola arruga y el almuerzo colocado estratégicamente —Ahora —Sujetó la mano de Akaashi con delicadeza y se puso de rodillas —¿Sería el ser más hermoso del planeta tan amable de acompañarme en ésta pequeña celebración?

Akaashi sonrió —Cómo podría negarme ante maravilloso anfitrión.

El almuerzo fue ligero y rápido pero confortable. Hablaron de cosas sin sentido y Akaashi reía de vez en cuando al ver las expresiones graciosas de su acompañante.

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