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That was the day that I promised I'd never sing a love if it does not exist




Niall amaba componer.

Amaba el proceso que sufría una canción antes de llegar a su producto final. Como pasaba de unas simples notas en su guitarra a una melodía completa, y como la letra dejaba de ser sólo un concepto suelto dentro de su cabeza para ser una historia con principio, desarrollo y final. Incluso si sólo se daba a conocer una parte de ella en la letra.

Pero las canciones de amor nunca fueron su fuerte.

Sabía que palabras usar, las comparaciones que a la gente le gustaría escuchar y el tempo que debía tener la melodía, pero aun así las sentía distantes.

A veces escribía una canción, y mientras sus amigos lo alaban por el buen trabajo, él rezaba internamente para que no termine en el álbum.

Quiere verdaderos sentimientos en ellas, algo que pueda escuchar y saber exactamente de lo que habla o al menos tener una noción. No quiere escucharlas y pensar que sus propias palabras están vacías, que nada crecía en su pecho al escribirlas, que no son nada tangible a lo que aferrarse o simplemente palabras dulces a las que le dio un orden.

No quiere pensar que son una mentira.

Durante años pensó que había algo en él.

A los trece años, mientras sus amigos querían conseguir una novia que presumir y sus pocas amigas sólo buscaban un chico que las llevara a citas o sostuviera sus manos, él sólo quería ir a clases de canto y cuerdas nuevas para su guitarra ya algo vieja. A los quince, mientras sus amigos querían perder la virginidad, él besaba chicas que no quería besar en fiestas de las cuales su madre no estaba enterada. Pero eso es lo que debía hacer, ¿cierto? A los dieciséis todo cambio y de repente no había tiempo para enamorarse o siquiera pensar en el amor, aunque siempre había alguien listo para preguntarle sobre cuál era su tipo de chica o quien su celebrity crush.

Se convirtió en algo mecánico con el tiempo.

Les regalaba una respuesta superficial –de esas que no crearían gran alboroto–, y luego cambiaba de tema sin que nadie reparara mucho en ello.

Pero incluso llego el momento en que sus nuevos amigos y compañeros de banda cayeron en los brazos de Cupido y él no sólo tuvo que ver como ellos eran felices sino también como sufrían a causa de ello.

Entonces decidió que el amor era como tirarse en paracaídas, siempre hay una posibilidad de que no se abra y que te hagas daño al caer.

No estaba seguro de querer algo así.

Pensaba en todas esas cosas a veces.

En esas noches donde su mente parece encontrar un hueco en su apretada agenda para atormentarlo –una vez más– con pensamientos sobre su inexistente vida amorosa y la pieza faltante en su pecho.

Era en una de esas noches donde pensaba que tal vez no fue así desde el comienzo, que todo comenzó ese día, que algo cambio dentro de él de forma tan gradual que no lo noto hasta que fue demasiado tarde.

Ese día, donde su madre fue a su presentación musical en la escuela, donde de camino a casa ella hablaba de cómo a su padre le hubiera encantado ir pero que tenía cosas que resolver en el trabajo, donde al parar en un semáforo en rojo no sólo descubrieron que su padre no estaba en el trabajo sino que estaba en el auto de otra mujer. Ninguno hablo por un instante, pero cuando su madre lo hizo fue para preguntarle si le gustaría pizza para cenar.

Of broken songs and twisted bones || ziallWhere stories live. Discover now