Intro. RUN

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Las plantas de mis pies quemaban con cada paso que daba sobre el asfalto durante el camino de vuelta a casa. Aquel día había estado en la academia practicando hasta la hora del cierre y mi cuerpo se empezaba a resentir. Había sido agotador, sí, pero revitalizante a la misma vez. Aquella semana la pasaba en casa de mi madre y necesitaba descansar de su desesperante presencia y verla lo menos posible. Después de todo lo que había ocurrido, prácticamente no podía ni verla, pero me tenía que fastidiar por culpa de todos los rollos legales. Así que mi método cuando me tocaba estar con ella consistía en pasarme el día fuera, principalmente en la academia de baile.

La casa de mi madre era tan fría como grande, Dios sabría de dónde había sacado tanto dinero para comprar una residencia así. Y era más siniestra aún cuando llegaba y me la encontraba vacía y oscura, como en aquella ocasión. No era raro en ella estar fuera hasta altas horas. Supongo que no volvía antes precisamente por el mismo motivo por el que yo paraba por allí única y exclusivamente para dormir, y probablemente porque no querría hacer en mi presencia todo lo que habitualmente haría, lo cual yo tampoco tenía ningún interés en conocer. A pesar de la soledad que me envolvió al atravesar la puerta, me sentí aliviada de poder tomarme un rato para mí y relajarme, aunque me fuera a durar poco, ya que era consciente de que en cualquier momento llegaría y acabaría la paz.

Antes de dirigirme al baño para darme una ducha resucitadora y aprovechar mi momento de libertad, encendí mi ordenador encima del extenso escritorio. La notificación de un correo electrónico saltó en la pantalla en cuanto se inició y me extrañé. Recordaba tener las notificaciones activadas sólo para los usuarios que consideraba importantes y normalmente nadie se molestaba en escribirme por aquí. Así que lo abrí para comprobar de qué o quién era y, en cuanto lo descubrí, mi cuerpo segregó una cantidad de adrenalina brutal de golpe haciendo que mi corazón corriera como un desquiciado y mi cara se ruborizara hasta arder. Desde luego no esperaba en absoluto recibir un mensaje desde Big Hit Entertainment.

Salté de la silla para cerrar la puerta de la habitación en un acto reflejo irracional, como si mi madre pudiera leer la pantalla del ordenador sin sus gafas en el improbable caso de que llegara de repente y entrara a la velocidad de la luz. El pecho me iba a estallar.

El baile siempre había sido mi mayor pasatiempo, pero en aquellos momentos mi vida se había visto de impreviso en un punto en el que necesitaba que se convirtiera en algo más que un hobby. Había estado teniendo muchísimos problemas personales y familiares y tenía, literalmente, que escapar, por lo que me había presentado a una audición para la compañía. Estaba al tanto de lo grande que se estaba haciendo la industria musical surcoreana a nivel mundial y había oído a alguien en mi academia comentar que las compañías de este país solían abrir audiciones internacionales para buscar talentos, como cantantes, bailarines, actores e incluso modelos. Para la primera ronda solamente tenía que enviarles un vídeo enseñando lo que era capaz de hacer, así que lo había hecho casi sin pensarlo porque ya no tenía mucho que perder. Pero, para ser sinceros, en ningún momento se me había pasado por la cabeza que me pudieran elegir para estar allí aprendiendo y trabajando con ellos.

Las manos me temblaban descaradamente sobre el ratón mientras intentaba clicar sobre el mensaje y comprobar si de verdad me habían elegido o si este ataque cardíaco había sido en vano y sólo me estaban agradeciendo por mi participación. Lo que contuviera aquel email podía ser decisivo para que mi vida diera un giro de ciento ochenta grados.


"Querida Valerie Stone,

Tenemos el placer de dirigirnos a usted desde las oficinas de Big Hit Entertainment en Seúl, Corea del Sur, una compañía que trabaja en la industria musical desde..."

The Red Elevator | kth [EDITANDO]Where stories live. Discover now