Medianoche

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Una silueta humana registraba detalladamente la gran residencia que se erigía frente suyo, dentro de la cual sus habitantes se encontraban durmiendo, debido a la avanzada hora nocturna, próxima a la madrugada.

Durante el transcurso de aquel día, se la pasó examinando la casa, tratando de descubrir las debilidades que podría hallar, y la manera idónea para ingresar al hogar y cumplir con su objetivo.

Por fin, tras largas jornadas de paciente espera y maquinaciones minuciosas, se sentía listo para llevar a cabo lo que desde hacía no mucho tiempo se había propuesto.

Fría venganza. Helada como aquella noche a principios de noviembre.

Venganza, pero venganza ajena. Él sólo estaba ahí para cumplir una promesa.

Se sintió impulsado por la ansia al tiempo que una gélida ráfaga de viento le calaba los huesos. Inconscientemente, dio el primer paso.

Con cuidado de no ser visto por quien casualmente pudiese andar por ahí a aquellas horas, se dirigió a pasos apurados hasta el jardín trasero de la propiedad, atravesándolo rápidamente para llegar hasta la parte de atrás de la casa, donde se encontraba abierta la ventana de una de las habitaciones superiores.

Sabía que ese no era el cuarto al cual quería entrar, pero sí era su único medio para ingresar a la casa, y no tenía otra opción.

Esto estaba siendo demasiado fácil. Demasiado aburrido.

Había decidido hacer eso para sentir emoción, no la angustia que estaba comenzando a invadirle. Esperaba que desesperando a "sus víctimas", podría dejar de sentir eso. Que así se lo transmitiría a ellos.

Notó que había comenzado a sonreír. No quería, pero de igual manera no podía parar.

¿Por qué hacerlo? Esta sería una noche para rememorar en el futuro.

Cruzó la habitación que, a juzgar por la decoración, los colores claros y la adorable cuna que había en medio; era la del bebé.

Miró un momento aquel gran mueble, donde se suponía, estaba el llamado Zeus.

-Felicidades, niño- musitó, sin intenciones de acercarse a la cuna-... serás el único que escapará de mí esta noche.

Hizo una pausa.

-Y sólo porque yo lo quiero.


[*]


-... Samuel... ¿oíste eso?- el menor sacudió levemente a su pareja, tratando de agudizar el oído. Se había despertado hacía unas horas, sin lograr conciliar de nuevo el sueño.

Había escuchado unos sonidos provenientes de la habitación contigua, pero decidió culpar a la falta de sueño. Ahora que acababa de claramente oír ruidos desde el piso de abajo, se había convencido de que era cierto.

Alguien estaba en la casa.

El mayor levantó un poco la cabeza, al oír aquello que decía el más joven.

-Ve a la habitación del bebé, escóndete allá; y no hagas ruido- ordenó mientras se incorporaba lentamente- No quiero que os hagan daño.


[*]


¿Por qué lo hacía?

Habían muchas razones.

¿Cómo cuáles, por ejemplo?

Bueno...

Medianoche- Wigetta MpregWhere stories live. Discover now