Capitulo: FIN

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Era 2 de agosto, un jueves, lo recuerdo bien. Posiblemente era uno de los recuerdos que los doctores habían dejado, el único y por lo tanto, lo más preciado en ese momento para mí. A pesar del dolor, del miedo y el sufrimiento trate de, con todas mis fuerzas, aferrarme a ese pequeño recuerdo. Una fecha, una caducidad, un fin. Eso era, el final.

Quizás mi mente había ya colapsado en mi cabeza pero mi cuerpo seguía ahí, respirando, palpitando. Como cuando un doctor no se da por vencido con los electro-shocks hacia su paciente y en un intento por revivir su corazón, el alma y espíritu de aquella persona abandonaban la figura física frente a su doctor, quien minutos después, daría la mala noticia a su familia. Llorarían, se lamentarían pero ese no fue mi caso.

Observé a mi alrededor, segundos antes de mi descenso entre mareos y pequeños flashazos que me aferraban a la realidad; un cuartucho de hospital con las típicas paredes blancas percudidas, con el propósito de transmitir tranquilidad a los pacientes, pero era tanta la suciedad de aquellas paredes que me repugnaban y me asqueaban, ¿a cuántos no habían torturado y asesinado ahí?, después mire la camilla perfectamente tendida que estaba justo frente a mí vacía, sólo la enfermera regordeta estropeaba la perfección de aquella camilla, haciendo que mi nublada vista se clavara ahora en el viejo reloj que marcaba incorrectamente las 3:00 p.m, cuando por la ventana de vidrio rayado se podía apreciar que era claramente de noche.

Las manecillas del reloj se mantenían andando, a pesar de marcar la hora incorrecta seguían su curso, y no se detenían; quizás así debía ser la vida, no detenerse a mirar al pasado ni a pensar en lo difícil que sería el futuro, simplemente continuar, bien o mal, pero continuar, aunque pensándolo bien...¿quién nos dice qué está bien y qué está mal? ¿quién más que uno mismo para determinar la moral de los actos si es uno mismo quien vive las consecuencias? ¿quiénes son los demás para considerarme una buena o mala persona? ¿quiénes son? Son manecillas viejas, que se han detenido al notar que su curso no es el correcto, marcando una hora incorrecta en un momento incorrecto, confundiendo la vida de aquellos que en su camino hacia su felicidad concentrados van, son aquellas voces que, disfrazados de buenos consejos, solo desean la mala suerte de los más suertudos, y para mi desgracia...yo no creo en la suerte, no en éste momento, no cuando mi vida la he dejado al azar y ahora que estoy a unos minutos de mi descenso, no tengo de otra más que aferrarme a lo más valioso que tengo en este instante, mi nombre y la fecha de hoy.

Quizás para ti, el 2 de agosto sea sólo una fecha más, un día perdido en la monotonía de tu vida o en la viveza de tus pocos o largos años, pero para mí significaba la oportunidad de que al despertar, tener una pista de lo que había sido y de lo que buscaría más adelante; era el punto de partida que entre recuerdos y memorias me ayudaría a encontrar aquel camino que me llevaría de vuelta hacia mi libertad, hacia mis instintos y a donde mi corazón me quisiera llevar o al menos eso esperaba.

No quedaba más que esperar a que la enfermera regordeta terminara de sujetar mis manos y tobillos a la helada silla donde me encontraba sentado con mi cabeza ligeramente recargada hacia atrás sobre el respaldo y mis pies moviéndose frenéticamente. Mis manos sudaban y las voces en mi cabeza ya no me hacían compañía, estaba solo en esto. Después de todo era por ellas la razón por la que me encontraba allí, en ese hospital enfermizo por ser un enfermo mental, o así me habían denominado ellos.

Sin siquiera inmutarme, percibí lejanamente como la enfermera atravesaba mi piel con la fina aguja de una jeringa, introduciendo un líquido espeso que dolía al mezclarse con mi sangre, en verdad dolía pero decidí ignorarlo y alegrarme por ello, a fin de cuentas, la presencia del dolor me decía que aún estaba vivo, aunque solo faltaran algunos minutos para mi muerte. Quería aprovechar mis últimos minutos percibiendo y recordando lo más que podía: el dolor de la sustancia, el olor a humedad de aquel cuarto, la frialdad de mi silla, el polvoriento foco y el sonido de la lluvia que caía como cortinas pesadas en el exterior.

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⏰ Last updated: Dec 29, 2016 ⏰

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