Escape

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Faltaban solo un par de días para el Campamento de Ciencias. Eso al menos, mantenía a Myrna distraída de sus preocupaciones semanales, las cuales a pesar del reciente comienzo de clases, no tenían mucho que ver con esto. Los profesores aún estaban siendo blandos con los alumnos, como de costumbre. Aquello que le turbaba la mente era el extraño comportamiento que se hallaba teniendo para con ella su compañero de turno en la biblioteca.

Habían pasado juntos un emocionante verano de miradas silenciosas, roces sensuales y citas textuales recitadas de memoria.

Sin embargo, volvía el lunes y ahí estaba Santiago, como siempre leyendo algo entre los libros; entonces el ciclo se volvía a repetir. Siete semanas de vacaciones mirando series y pensando en una persona. No había leído libros, ni escrito una palabra. No había practicado guitarra, no había ido a la playa, y no había aprendido a pintar. Casi no había ido a su casa siquiera.

Debía comenzar a concentrarse en su vida y hacer a un lado aquel capricho. Aquel día ya tenía que haber estudiado una lección de química y no lo había hecho, iba en blanco. Le daba muchísima vergüenza presentarse a clase sin estudiar, prefería no ir; pero recién era marzo y siempre conviene guardarse las faltas para fin de año.

De regreso a la residencia, decidió que ese mismo día avisaría en la biblioteca que no iba a cubrir más el turno de las tardes.

Era mitad de otoño pero no hacía mucho frío; se estaba bien al sol. De todos modos, Myrna decidió empacar sus abrigos por si acaso de noche refrescaba cerca del mar. Acabó finalmente desempacando toda su ropa de invierno y guardando aquella que era de verano en la parte superior del placar. Odiaba el olor a naftalina, pero en aquel momento la hizo sentir confortablemente en casa, la regresaba a aquellos enormes roperos de madera de su infancia donde se encerraba cuando jugaba a las escondidas con sus hermanos, donde sentía que el mundo era enorme.

Su compañera de habitación, Cecilia, pasaba los fines de semana en la casa de sus padres y ya se había marchado aquella tarde. Cecilia estudiaba bioquímica y era dos años mayor que Myrna, pero no se hablaban mucho; le hacía acordar a su hermana solo que más fea. Algo de su presencia, sin embargo, le agradaba y siempre le daba pena que tuviera que irse. Tal vez le daba pena no tener que irse también. Pero esta vez no era así, se tenían que ir las dos.

- Que tengas suerte...- fue lo único que le dijo Cecilia antes de bajar con su mochila- no te olvides de trancar.

- Gracias- respondió sin mirar; era igualita a su hermana. Además, a Myrna no le gustaba que le desearan suerte. Prefería creer que todo está escrito, no existe la suerte.

Cerró y partió hacia la facultad, de donde salía el ómnibus para el campamento. Tal vez conocería a alguien allá, aprendería y ganaría créditos para su carrera. No pensaría más en Santiago.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2017 ⏰

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