Once De Enero

924 167 104
                                    


   Happy KuroTsuki Day!

 —    

El sol sale con lentitud, tomándose su tiempo antes de alumbrar a su alrededor. Suaves y ligeros rayos aparecen en el horizonte, comenzando de llenar el lugar con su cálido calor. Intentando alcanzar las partes más oscuras y húmedas de la ciudad, que es adornada por la suave nieve. Sonrío ante ese hermoso paisaje, pero decido darme la vuelta. En la cama tengo otro mucho mejor.

Sonrío al ver que ahí sigues, descansando en la cama. Tan sereno y calmado que quisiera tenerte así por toda la eternidad. Tu cabello rubio adorna la almohada y tu cuerpo es cubierto por las sábanas blancas. Por mucho, un paisaje hermoso, único, perfecto. Justo como la primera vez que te vi.

Un once de enero, justo como hoy. Apenas tenía ocho años cuando descubrí que podía amar de diferente manera.

Ese día caminaba hacia mi casa después de un largo día de haber jugado, cuando escuché un murmullo. Un débil lamento que trataba de ser ahogado. Seguí caminando y, mientras más lo hacía, más fuerte se volvía.

Ahí fue cuando te encontré. Sentado en el suelo y recargado en la pared, llorando mientras limpiabas tus lágrimas sin mucho éxito. ¿La razón? Estabas perdido.

Tus ojos. Ver esos hermosos ojos dorados me cautivaron. Sujeté tu mano y prometí estar contigo hasta encontrar a tu familia. Sólo pasaron unos minutos para que así fuera. Tu hermano, Akiteru, te había estado buscando con desesperación.

Al momento de verlo, tus ojos adquirieron tal brillo que parecían dos hermosos soles en su máximo resplandor. Antes de que se fueran me agradeciste la compañía que te brindé con una sonrisa pura y llena de vida, por un momento pensé que eras un ángel que regresaba al cielo.

Pasaron varios minutos para darme cuenta que ni siquiera tu nombre sabía y me arrepentí por no haberte preguntado.

El tiempo pasó y, cuando mi equipo fue a Miyagi a un partido de práctica con tu escuela Karasuno, te encontré. Habías crecido mucho, incluso eras más alto que yo, pero había algo diferente. Tus ojos, parecían dolidos y lejanos. Entonces lo comprendí.

Habías crecido pero para mí, seguías siendo ese pequeño perdido. Y mi deber era ayudarte y protegerte como aquella vez.

Admito que nuestra relación no fue muy grata al principio, al menos no para ti. Claro que, ¿Quién encontraría agradable a una persona que llama a las cinco de la madrugada para darle los buenos días? Y aunque fue triste que no me recodaras, porque eras muy pequeño en ese entonces, no desistí. Quería estar a tu lado y nada me lo iba a impedir.

Insistí mucho y lo sé, pero no me arrepiento. Porque el que aceptaras salir conmigo fue lo mejor que pudo haberme pasado ese verano. Tú ganaste mi corazón pero estaba bien, porque yo había ganado el tuyo.

Desde entonces permanecimos unidos. Creando recuerdos juntos, bueno y malos. Mi pecho se llenó de regocijo al descubrir que me recordabas de ese día en el que te encontré. Descubrí el origen del dolor que mostraban tus ojos e intenté de todo para ayudarte y gracias a eso, la relación con tu hermano mejoró.

Puede que tus ojos ya no brillaban como antes, pero con el tiempo, ese infantil y tierno resplandor volvía cada que me veías. No podía evitar reír cuando lo negabas.

Me acercó a ti y paso mi mano sobre tu brazo, pero sin tocarte. Siempre he amado el calor que trasmite tu piel. Me siento en el suelo y dejo descansar mi rostro en mis brazos mientras te observo.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 11, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Once De EneroWhere stories live. Discover now