CAPÍTULO CINCO

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En tres días la noticia de que yo estaba saliendo con un hombre mayor se corrió como pólvora por toda la universidad. Cada vez que pasaba por algún pasillo e inclusive con mis propios compañeros de semestre no dejaban de verme para cuchichear entre ellos.

―Deberías dejar de atormentarte por unos sin oficio ―me dice Lexa sentándose a mi lado.
―Ya lo sé ―pero como soy necia no dejo de prestarles atención―. Sólo me enoja que hayan alterado las cosas sin saber lo que en realidad sucede.

Dicen que salgo con un hombre casado.

Otros dicen que solo estoy con él por el dinero que aparenta tener.

¡Púdranse todos!

―Ana, sólo Dios y tú saben cómo son las cosas ahí y que los demás están equivocados ―se encoje de hombros―. Además, aquí entre nos… Ese hombre es el mismísimo infierno en persona.
―¡Lexa, cállate! ―agrego entre risas.

Mi amiga cree en el cristianismo, así que es chistoso escucharla hablar de esa manera.

―Es la realidad… Ese Jared es tan ardiente como el mismo infierno.
―Opino igual que la aspirante a santo.

Ambas giramos en dirección a la tercera voz que se anexa sin permiso a la conversación. Tina Ortiz es una de esas típicas compañeras mosca muerta que se acerca por necesidad y luego te da la espalda. Le encanta inventar rumores y esparcirlos con su lengua venenosa. Sumado a que tiene fama ―que ella misma acepta orgullosa― de obtener buenas notas a cambio de un revolcón con los profesores.

Toda una fichita.

―Hola, linduritas ―nos saluda con una sonrisa falsa y arrastra una silla para sentarse junto a nosotras―, ¿es tu novio ese Jared, Ana? Se dice mucho por ahí.
―No te interesa.
―Al contrario, Ana. Me interesa mucho ―ella zarandea su cabello oscuro y me sonríe con altanería―. Es guapo y me gusta.

Descarada de mierda.

―¿No sientes ni al menos vergüenza al decir eso, Tina? ―inquiere con molestia mi amiga.
―No ―confiesa Tina sin más―. Me gusta porque es guapo, a simple vista se ve que tiene dinero y apuesto a que en la cama es todo un campeón ―entorna su mirada hacia mí y se ríe traviesa―. ¿Acaso ya se acostó contigo? Deberías contarme qué tal es.

Me levanto de la mesa haciendo algo de ruido y por tanto todos dejan den hacer sus cosas y hablar para verme.

―Escucha algo, suripanta barata ―ella me ve haciéndose la ofendida―. Mi vida no es tú problema y si tanto te gusta Jared, pues, déjame decirte que te compres un paracaídas y te bajes de esa nube porque ese hombre es mío.

Usualmente no soy de hablar mucho y muy educada, pero ya me tenía hasta el forro su estupidez. Tomo mis cosas y mi amiga me imita para salir así del salón.

Estúpida, chismosa, ofrecida y fastidiosa… Eso es Tina Ortiz.

**

Al no llegar el profesor de inglés decidí irme a casa. He de confesar que mi cabeza quedó hecha todo un lío después de escuchar las venenosas palabras de Tina más temprano. Tina podrá ser una bruja, pero, a pesar de eso es hermosa. Alta y con cuerpo en forma de reloj de arena, tez blanca casi porcelana, senos y trasero muy sugerente; de bonita sonrisa y muy encantadora si se lo propone.

Esos no son puntos a mi favor. Yo parezco una tabla y no precisamente la del 1.

Ella les ha quitado novios a muchas compañeras de clases y a otras chicas estudiantes de la universidad. Debo admitir que me preocupa un poco y como siempre he dicho: no me considero muy atractiva.

―¿Te llevo a casa, Ana?

Había caminado hasta la parada de buses para irme a casa y mi cabeza hecha un lío no me había permitido percatarme de que mi papá estaba frente a mí en su auto. Le sonrío y asiento para subirme al auto.

―¿Qué tal va todo? ―pregunta sin quitarle la vista al camino.
Fino ―respondo sin ganas―. ¿Y tú restaurante qué tal va, papi?
―Grandioso, Ana.

Y así son las conversaciones con papá la mayoría del tiempo. “Sí, Bien, No, Ajá, Adiós, Hola y Bendición

Él y yo jamás hemos sido muy expresivos el uno con el otro. Papá no es mala persona pero de verdad que es algo complicado llevarse con él y más si eres su hija.

Los hijos siempre tienen las de perder”

Cada vez que hacía algo mal se enojaba y terminaba reprendiéndome: “Eres una tonta”, “Nunca haces nada ben, Ana” “Deja de estar perdida en tu mundo”. Siempre siendo extremo con el perfeccionismo ligado a su alto grado de machismo nato. Siempre quiere tener la razón así esté errado y más de una vez llegó a ponerme una mano encima por no quererme dejar someter. Ama a mami sobre todas las cosas, más que a mi hermano y a mí. A veces lo demuestra sin dudar.

Si ella no quiere salir, entonces nadie sale.

Su maltrato psicológico hacia mí, hacia mi hermano y mamá llevó al divorcio.

El camino a mi casa se mantiene silencioso hasta llegar a casa. Diviso la camioneta de Jared aparcada al frente y frunzo mi ceño.

¿Qué hace él aquí?

Al abrir la puerta escucho a mami riendo muy gustosa con el mejor amigo de mi tío.

―¡Oh, señor José! ―Jared se levanta del sillón y le extiende la mano a papá de manera cordial― ¿Cómo está?
―Tiempo sin verte, Jared ―papá acepta su saludo pero sin dejar de verle algo feo―. Muy bien, gracias por preguntar.
―Jared vino a invitarnos a almorzar ―mamá se levanta del sillón individual, besa mi frente y besa la mejilla de papá.
―¿A todos? ―inquiere papá con desconfianza.

Oye, chico, él no está ligando con mami.

Algo que agregar… La sigue amando con locura.

Es tan masoquista. 

―Margarita, acompáñame a la cocina, por favor ―dice papá mientras le toma la mano a papá y van al otro lado de mi pequeña casa.

La casa está en construcción, por tanto nuestra cocina se encuentra en un pequeño anexo afuera.

Me río en cuanto ellos se van.

―¿Qué te parece tan divertido, Ana? ―Jared me ve algo confundido.
―Papá cree que le estás coqueteando a mamá ―me acerco hacia el sillón y me siento a su lado―. Está celoso.
Jared suelta una carcajada y pasa su brazo por sobre mis hombros.
―Tú madre es hermosa, pero no.

Con su mano libre me toma por el mentón y besa mis labios. Amo la sensación de las cosquillas en mi estómago y del repiqueteo rápido e incesante de mi corazón.

―Me gustas tú ―susurra sobre mis labios.

¡Bomboncito mío!

―Por cierto… Esto de estarte dando besos y no tener una definición clara en lo que somos me parece una falta de respeto a tu persona ―me sonríe―. Eso de pedir ser novios no se usa a mi edad, ya sabes ―me hace un guiño―, las mujeres suelen venir hacia mí.
―Eres un completo engreído ―me río―. Jamás me atrevería a preguntarte si estamos en una relación, Jared. Eso me avergüenza.
―Ana, preciosa, sí lo estamos ―me toma por el mentón una vez más y me hace verlo a sus bonitos ojos azules― y déjame decirte que eres mía y me niego a compartirte con alguien más.
―Tú tranquilo… Chris Evans no sabe que existo ―comento y él se hace el ofendido―. Tendré que conformarme contigo.

Él se ríe y me dice que he roto su corazoncito y que debo darle un beso para repararlo.

Y lo hago.

Bueno, es más bonito decirlo así a que nos metimos lengua hasta la tráquea.

¡Él, me gusta!Where stories live. Discover now