Parte Única

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—¡Vik-Viktor! —Suspiró— Yurio... Nghh –alargados jadeos ahogados. Katsuki Yuuri se ahogaba en ese pecado del cual disfrutaba inundarse cada vez más. Deseando desbordar...

Las manos de los aludidos jugaban y se turnaban acariciando los rincones del cuerpo del nipón, en un acuerdo implícito en el cual nunca pelearían por el sujeto de su adoración, porque cada uno le daría lo que el otro no podría dar. Mancharían a Yuuri de sus propios pecados, evitarían que intentara huir de las manos de ambos.

—Yuuri... Eres delicioso... —Viktor dominaba, amaba hacerlo, besar su cuerpo, marcarlo y disfrutarlo lentamente. Sodomizaba a Yuuri con bestialidad, mordió su nuca saboreando el sudor de su piel mientras éste arqueaba la espalda llorando de placer.

Degenerado, repugnante, pervertido, sucio. Muchas palabras que él adjetivaría a sí mismo.

—¡N-No aguantaré m-ás! —gimió desesperado el pelinegro. Los constantes golpeteos húmedos de sus pieles y los jadeos ahogados inundaban la habitación, se dejaba llevar por el frenético movimiento de Viktor completamente abandonado de cordura.

—Vamos cerdo, dánoslo todo—Yurio sometía entre palabras rudas y gestos coquetos. Movió sus caderas contra las del nipón que enloquecía enterrando sus dedos en ellas, deshaciendo al menor en jadeos.

Sin embargo, en esos momentos no le importaba. No cuando el placer abrumaba su mente y lo llevaba a un limbo con cimientos en los pecados que cometía día a día, que arrastraban su raciocinio a un pozo obscuro inundado de un amor equívoco.

—¡¡A-Agh!! —sollozó al correrse en el interior del rubio que yacía sobre la cama completamente satisfecho— L-os a-amo... —Viktor lo inundó con su esencia al tiempo que tomaba su mentón para girarlo y besarlo con dulzura apasionada.

—Te amo Yuuri —jadeó el mayor aferrándose a él como si fuese su tabla de salvación. Incluso regalándole al rubio un par de caricias recibiendo una sonrisa adorable y cansada, provocando un salto de alegría en el corazón del pelinegro.

Ambos rusos eran codiciosos, sin embargo, amaban a Yuuri, una entrega inefable. Aunque desde niños ambos aprendieron a luchar por lo que amaran, a garras y dientes, el tigre y el lobo harían lo posible para cazar a su presa, darle un disfrute sempiterno. Sin dañarlo, eso era lo que menos querían. Herirlo, no, no podían ni imaginarlo lejos de ellos, morir en una miserable existencia sin Yuuri. Lo amaban demasiado, una insana obsesión, loca fascinación, absoluta necesidad, extrema posesividad. Él era feliz con los dos y ellos procurarían su felicidad.

Amor.

Simplemente Katsuki Yuuri era todo para ellos.

Y él lo sabía.

Él era el zorro en piel de cordero, astuto, sigiloso, audaz. Por nada del mundo permitiría que soltaran sus manos, ellos eran suyos. Ellos eran su única ambición.

Por ello haría lo que fuera, sus súplicas mudas siempre serían entendidas, su amor siempre sería correspondido y él lo sabía perfectamente.

No pensaría en sus edades, sus naciones, sus morales y nada más que en aquella deliciosa unión en sus cuerpos, en aquella necesidad de volverse uno.

Eso sería su salvación y su castigo, el cual disfrutaría hasta que ese amor inmoral acabara con su cordura.

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Joder. Joder. Joder. Joder!!!

No puedo creer que al fin publiqué este monstruo!! sdasdasdasdasdasd

No vuelvo a escribir algo así de ellos tres, es demasiado para mi corazón fujoshi-multishipper-fluffy-amante-de-el-Viktuuri-y-el-Yuuyu, que aterrador...

Espero que le guste a alguien! Gracias por leer! <3

InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora