Capítulo 32. Sí, el examen...

33.4K 2.2K 814
                                    

David

Tras pasados los días festivos de Navidad vuelvo a mi residencia habitual, el apartamento que comparto con los chicos en mi experiencia universitaria. Ahora mismo me encuentro tumbado en la cama haciendo el vago. Durante estos últimos días no he pensado para nada en ella, o más bien eso es lo que me gustaría que hubiese sucedido. ¿A quién pretendo engañar? ¿A mí mismo? Porque sí que he pensado en ella, sí que lo he hecho. Ahora mismo lo estoy haciendo, tal y como lo he hecho durante estos días. No ha funcionado. Salir de fiesta durante estas vacaciones no ha funcionado como distracción para olvidarla. No sé cuántas veces me ofrecieron las caladas de un cigarro, en realidad no tan cigarro, o cuántas chicas se acercaron a mí la noche de mi cumpleaños y de las fiestas navideñas en las que salí a celebrarlo. Perdí incluso la cuenta de cuántas chicas eran, pero una en especial no paró de entrarme durante toda la santa noche.

—Podríamos... No sé... Irnos a mi casa... —susurró mientras se encontraba sentada encima de mi regazo rodeando mi cuello con sus brazos. Vivo sola, soy bastante independiente para eso, pero bastante dependiente para otras cosas...

Recuerdo ese trozo de nuestra conversación, recuerdo todas las indirectas que me mandaba, recuerdo como su aliento me daba de pleno en la oreja cada vez que me hablaba, recuerdo como su boca se acercaba a la mía con cautela, y como yo hacía el intento para que nuestros labios no llegaran a rozarse en ningún momento. El cuerpo de esa chica estaba demasiado cerca de mí... ¿Cómo se llamaba? ¿Carla? ¿Carmen? ¿Carol? ¿Celia? ¿Ceci? La verdad es que lo único que recuerdo de su nombre es que empezaba por "C", y también recuerdo a la perfección que mi cuerpo no reaccionaba ante sus tentaciones manipulativas por llevarme a la cama. No podía hacerlo, Alex estaba en mi cabeza mientras estaba con ella. No he pensado en Alex una sola vez, si no cada segundo, cada minuto, cada veinticuatro horas de los últimos días. Soy consciente de lo que escribí en ese cuaderno, pero me mentí a mí mismo mientras lo hacía. Sí que era mi cabreo el que hablaba por mí. También soy consciente de que dijo que no le buscase, pero he intentado contactar con ella unas mil veces durante estas dos, casi tres últimas semanas. ¿Y que he recibido a cambio después de casi más de medio mes sin saber noticias de ella? Nada, así que no sé su paradero actual. No sé absolutamente nada de ella desde que se marchó. He intentado que Ricky me cuente algo, le he manipulado, le he insistido, le he torturado... Sí, nunca pensé que llegaría a hacer algo así, pero lo he hecho.

—¡Tío vamos! ¡Suéltame! —gritaba Ricky retorciéndose entre las cuerdas con las que le tenía atado a una silla.

¿Y que he podido conseguir después de hacer el intento por averiguar algo? De nuevo la respuesta a esa pregunta es: nada. La he buscado como un loco obsesionado por el campus, pero ni tan siquiera se ha dignado en aparecer por allí. ¿Dónde se habrá metido? Me voy a volver loco si sigo pensado de esta manera tan obsesiva en ella.

Me incorporo sobre el borde de la cama de golpe para despejarme un rato. No quiero seguir pensando en ella, al menos por ahora... Me quedo embobado como un tonto observando el montón de ropa acumulada que mantengo encima del escritorio, y sobre la silla de este, toda esta se encuentra formando una montaña enorme de ropa sucia. De nuevo mi habitación parece una pocilga, la indirecta de mis amigos no ha conseguido cambiar mi forma de ser. Cuando mis pies descalzos establecen contacto directo con el suelo frío y resbaladizo reacciono y por fin dejo de estar embobado mirando mi desastre. Con pereza me levanto, y arrastro los pies descalzos por el suelo caminando en dirección hacia el comedor, o más bien, me arrastro de manera literal hasta el comedor.

—Joder... —escucho susurrar a Ricky a medida que voy avanzando—. Pudo haber muerto, y sin embargo...

—¿Quién dices que se va a morir? —entro al salón preguntando con un tono chistoso.

La primera vez con mi peor enemiga.©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum