365 DÍAS ANTES

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La alarma sonó, al mismo tiempo en que yo me acomodaba en la cama. Salté del susto y me volví a incorporar para vestirme, elegí unos tejanos negros con una chaqueta del mismo color, luego me coloqué mascara para pestañas y bajé a la cocina. Todo se veia igual que la noche anterior, y por un momento tuve la necesidad de ordenarlo, pero no me preocupé y seguí haciendo mis hot cakes.
Me senté en la mesa pensando en que clase de duelo tendría este año, cuáles serían las sorpresas. Queria saberlo todo y al mismo tiempo quería vivir con la duda.
Llamé varias veces a la puerta de mi madre, pero ella pareció no escucharme, ya era el segundo día que no salia de su habitación y eso empezaba a preocuparme, sin embargo no insistí y decidí tomar el autobús camino a la escuela. 
Llegando noté algo raro, un chico alto, de ojos muy oscuros estaba acomodado en el fondo del salón, mirándome fijamente y siguiendo mis movimientos con los ojos, como si supiera que iba a hacer
-Bienvenido-, le susurré.
Él solo me miró y tomó asiento. Hice lo mismo y me acomodé en el primer pupitre 5 segundos antes de que llegara el profesor Richards jadeando, narró su historia contando por qué casi llegaba tarde, y cada tanto añadiendo un "ustedes no tienen que hacer eso". No le presté atención hasta que presentó al chico.
Jacob Steven, 16 años, venía de una gran cantidad de escuelas de las cuales había sido expulsado, y luego el profesor ya no habló, dejando así hablar a Jacob.
Él no dijo ni una palabra, sólo nos examinaba a todos con la mirada.

A través del laberinto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora