Querido Hotch.

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1.

En la UAC, el jefe siente.

—Te llegó otra carta de amor, Hotch.

El hombre que se adentraba a su oficina le había sonreído de una manera muy natural; como si aquella mañana no se hubieran enterado de la desgracia de P.D.

—Ya, qué va. ¿Sangritas otra vez?

Derek puso los ojos en blanco borrando la espléndida sonrisa de su rostro, Aaron notó que su compañero se había moldeado un poco la barba de tres días la cual se parecía al vello púbico de su madre. No era nada relevante, puesto que siempre se lo hacía saber a Derek, pues nunca se guardaba las cosas para sí y mucho menos pensamientos como esos. Su colega debía de saber las verdades, y una de ellas era que su barba al no ser moldeada parecía vello púbico de mujer. Solo pensaba.

Pero esa tarde Derek había entrado a su oficina con aire tan relajado y feliz que le asustaba un poco el hecho de saber que ésta mañana habían estado abriendo un cadáver sólo para placer de su compañero. Como si nada, tan tranquilo y abrumador al mismo tiempo.

Aaron suspiró y tendió su mano.

—Vamos, muestra qué traes.

—Tienes cara de culo.

Cara de culo: Como si un camión de carga te hubiese pasado encima y una vaca del lugar te hubiese cagado en la cara mientras pasaba por la carretera más andrajosa de Kansas.

—Tengo cara de culo. —Confirmó a su compañero y entornó los ojos, estaba verdaderamente cansado ese día. No estaba para juegos—. Ahora, dame el puto papel.

Derek vestía de negro, cuándo no, con su típica chaqueta de cuero ajustada a la perfección en su cuerpo y unos vaqueros oscuros que moldeaba sus largas y bien trabajadas piernas. A veces, Aaron envidiaba la manera en cómo las camisetas se le pegaban al pecho cuando sudaba. No venía al caso, claro está, pero no negaba que cuando le miraba a escondidas, en esos casos de "corramos tras el sospechoso a ver qué pasa" siempre sudaban como cerdos en el matadero, y cuando desviaba la mirada —luego de haber puesto un balazo en el culo del perseguido— se encontraba con el transpirado pecho de Derek Morgan y creía tener la mayor de las envidias.

¿Cómo él sudaba tan asquerosamente y Derek se veía tan bien con el sudor bajando de su frente y el pecho libre de vellos tan refrescante de su propio sudor?

Dios, qué envidiable podría llegar a ser su compañero. Y era un insoportable, ¿cómo es que nunca le hacía caso cuando gritaba "en el culo no, en el culo no"? Para luego terminar dando balazos en el culo a las personas, como si no fueran más que muñecos de pruebas.

HotchWhere stories live. Discover now