única parte

1.5K 153 32
                                    

Para mi valiente H

Lo siento amor, pero estoy enfermo. No hace falta explicar porque tú ya lo sabes, has aprendido raspándote las rodillas lo que es no poder ayudar algo que amas, esquematizando mi comportamiento dual para siempre reaccionar con temple.

Aún puedo ver el fantasma de mis manos acariciando la ventanilla aquella noche, he estado pensando mucho en eso, cuando no tengo sueño y te rescato de donde te escondí para que mi otro yo no te encuentre. No imagino cómo se habrá pintado la imagen para ti, no sé cuál era el porcentaje de tu amor en esos años. Mi necesidad de protegerte me aconsejaba que no te mire, que no voltee, un comando simple; pero tenía que hacerlo, porque cuando sientes que te mueres constantemente nunca sabes cuándo será la última vez. Apenas pude dibujar tu silueta en la lluvia de abril, te habías puesto la gorra de tu campera ¿Por qué las cosas se vuelven más hermosas cuando debemos dejarlas? Eras como un lienzo pintado al óleo, la obra maestra de un pintor quisquilloso, uno que balanceaba la muñeca haciéndote nacer gotas traslucidas resbalando por la punta de tu nariz. Nunca te gustó tu nariz, me da un poco de gracia recordar tus ridículas inseguridades, puede que después de todo eso sea mi culpa; tú necesitabas un espejo y yo solo te di un puñado de vidrios rotos. Eso es lo que fui, eso es lo que siempre seré. Había tardes donde despertaba temprano para emparcharme, para que puedas reflejarte en mí ¡Cómo si yo fuera digno! Tardes donde te sonreía y tú me creías, confiabas en esas promesas que de forma tan egoísta te susurre al oído. Siempre supe cómo jugar mis cartas, siempre supe cómo retenerte porque tenía mis días soleados, tus ojos nunca pudieron ver cuán perjudicialmente encantador podía llegar a ser. Te manipule, no voy a negarlo, te convencí de permanecer a mi lado incluso cuando no te quería allí; te necesitaba, tenía miedo, aún lo tengo. Tengo cada vez más miedo y cada vez más frío, sonara absurdo (lo es) pero aún rechazo la idea de que te vayas, no sé cómo será el día cuando por fin descubra que ya lo has hecho, que fue mi redención. Lamento contarte cariño que nunca fue motus propio, que soy mayor y no iba a sentarme a mirar como fracasabas en cuidar la primera cosa que te importaba. Hoy eres libre porque tuve la compasión de alejarte, jamás lo hubieras hecho voluntariamente, eres demasiado buena persona para eso.

Siempre he sido una carga para todos. Es inevitable para mi retorcida cabeza no verte tumbado junto a mi luego de saciar nuestras pulsiones carnales, jugando con las yemas de tus dedos por encima de mis cicatrices, el roce las hacía picar cuando comenzaban a cerrar; pero estas enojado, siempre lo estabas luego de que las capas de ropa revelaran que había pisoteado una vez más nuestro pacto. Nunca me permitías decir que yo era una decepción para ti, pero ¡vaya que lo era! Sobre todo cuando eras consciente que solo usaba tu cuerpo como un templo a donde ir sanar, aún así me sostenías fuerte, casi hasta que doliera y me repetías que me amabas, yo lo decía también. Te amaba porque eras todo lo que yo no podía ser, ingenuo y demasiado hermoso para estar tan cerca de la oscuridad. Tu amor fue la posesión más injusta que me atreví a tener.

Creo que siento envidia, envidia de la gente que no sabe cómo es la soledad… pero luego los compadezco ¡Oh mi preciosa soledad! Te adeudo tantas disculpas por los días donde las preferí por sobre tu piel tersa derramándose por las cenizas que quedaban de mi ¿Recuerdas la temporada que tuvimos que suspender acostarnos? Sentía vergüenza de relegarte la responsabilidad de que te exciten un montón de huesos, mi cabello se había vuelto seco como el de un cuervo, productos de esa sigilosa anorexia que me consumía y nadie más que tú parecía notar. Sé que siempre me encontraste atractivo, sin motivo alguno lo seguías haciendo, todavía me deseabas como si yo valiera algo, como si no fuera una cosa promiscua que había caído en tu cama por error. Reconozco que no fue difícil para mí captar tu atención, pero solo buscaba un vandalismo inofensivo y me choque con la terneza de tu cariño, fue peligroso para mí también.

¿Alguna vez has dejado ir algo tan especial que sabes que no hallarás nada igual? Podría vivir mil vidas y nada sería lo que fue contigo. Ruego porque tú no pienses en mí como lo hago yo, no poseo ni la mitad de sabiduría que tú me adjudicabas, mucho menos la fortaleza. Confió en que estas bien, donde sea que estés, probablemente (Y ojalá) viajando… hablábamos mucho de eso, de conquistar lugares juntos, en esos tiempos donde creíamos que yo iba a estar bien, que los tratamientos iban a dar resultado, antes de que el interruptor se quedara atascado.

Ahora hay siempre sangre y fuego, escurriendo por mis piernas y calcinándome los pensamientos. Hubo una etapa donde no fue así, cuando nos conocimos; es curioso como el cerebro selecciona los detalles más extraños para almacenar, el punto con el que estaba tejido tu sweater lavanda (el que tenías puesto en nuestra primera cita), las margaritas que te compré como ofrenda de paz después de aquella pelea, cuando me besaste en la calle enfrentando a los que nos veían diferente. Me odio un poco menos cuando pienso que yo también te hice feliz, puedo fabricar humor para salvar mi pellejo, para distraer el foco de los problemas, los ataques de ira, los llantos sin fundamento. Aún miro nuestras fotos a veces, porque sí soy un poco masoquista.

Solo anhelo dos cosas, sin intentar ser ambicioso ni abusando de tu cortesía; espero que sepas que te he amado con todo los restos que pude recolectar de mí, que intenté ser decente para ti (aunque sea evidente que he fallado considerablemente), y en segundo lugar que suplico, a un Dios que sé que me ha abandonado hace tiempo, que nunca el mundo logre corromperte como lo ha hecho conmigo, que nunca te limite ni te condene a sufrir. Toda la plenitud posible para tu futuro es lo único que quiero. Ojalá lo logres y me hagas sentir orgulloso. Despedirme de la calidez que tus brazos me regalaron ha sido mi hazaña más triste, si después de tanto sigues sin entender por qué lo hice ten en cuenta que no me iré liviano, que comprendo que la muerte es más terrible para quienes se quedan que para quienes se van. La felicidad más explícita la he vivido gracias a que te cruzaste en mi camino, nunca voy a olvidarte porque me acompañarás a dónde sea que mi renegada alma vaya a pasar la eternidad. Te amo, después de todo, a pesar de todo, incluso sin tener derecho. Te amo sin pedirte permiso. Lo siento amor, pero estoy enfermo, y el dolor es tan intenso que me alegra que no puedas interpretarlo, porque eso significa que nunca lo has experimentado y eso me alcanza para regenerar un pedacito de mí. Perdóname por ser débil, lo siento amor, pero estoy enfermo. Y he dejado que mi padecimiento me defina, que me quite cada lucecita que se encendía en mí, la he dejado ganar.

Tuyo, (autoproclamándome con insolencia, para no perder la costumbre)

Louis

Liability [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora