Frío y Caliente

1.1K 61 17
                                    

Frío el aire que reinaba en el entorno.

Caliente el pensamiento.

Caliente el organismo.

Caliente el espacio que separaba nuestros cuerpos esa noche en la intemperie.

El perfil de la línea de su nariz no podía pasar desapercibido a mi mirada de reojo.

Aquella playera a cuadros rojos y negros abrazaba con delicadeza su cuerpo.

Justo como quería hacerlo yo.

Aquellos jeans negros envolviendo sus piernas con determinación.

Justo como anhelaba hacerlo yo.

Mi garganta se secaba de solo pensarla mía. Sólo mía.

Y ése era el problema.

Ella no era mía.

Estaba a años luz de serlo.

Pero estábamos ahí, con el cielo nocturno de testigo. Con nuestros dedos envueltos en los pequeños vasos de improvisto que adquirimos en la tienda de paso acompañados de una botella de champange que ya estaba a menos de medio llenar.

Y no. La sustancia nociva en nuestros torrentes sanguíneos no es la causante de las chispas que estallaban en el ambiente.

Éramos nosotras. Frío y caliente correteándose con rapidez creando un tornado.

Nuestro tornado.

No existe ni un solo registro de alguien que alguna vez llegó a controlar aquella fuerza natural.

Y eso éramos.

Una fuerza natural incapaz de ser controlada.

"¿No tienes frío?"

Su voz cautivaba.

Tenía ese tono entre dulce, alegre y juguetón. Quizás por eso más de uno en nuestra clase quería acercarse a entablar una conversación con ella. Te mantenía en sintonía con lo que decía. Te mantenía con la vista clavada en el movimiento de sus labios que más de uno moría por probar. Y es que nunca decía nada que no fuera acertado y sensato. Podías notar a millas de distancia las horas que pasaba leyendo y enriqueciendo su conocimiento en temas que la apasionaban. Como la política.

Y éramos políticamente incorrectas.

"Un poco."

Sólo eso podía permitirme. Dos escuetas palabras que no delataran lo temblorosa que podría sonar mi voz si hablaba de mas.

La chica que se para de manera peculiar poseía ese efecto en mi ser.

En porcentaje, la mayoría de las personas sostienen su peso en sus dos piernas.

Ella no.

Acomoda su delgado cuerpo en sólo una pierna, posicionándose de manera inclinada y quitando el aliento de muchos.

Por supuesto que me incluí en "muchos".

De no ser así, ¿Estaría divagando en algo tan banal como la manera en que se para en lugar de aprovechar mi tiempo con ella?

"¿Gustarías entrar a la casa? No quiero que enfermes."

La forma en la que me miró me dijo que estaba esperando a que la invitara a pasar y que, error mío, tardé mucho en hacerlo.

Me levanté primero del suelo extendiéndole mi mano para que la tomara y así facilitarle que se pusiera de pie después de, seguro, los cuarenta minutos más fríos y cero productivos de su deslumbrante vida.

Frío y Caliente •OS Camren•Where stories live. Discover now