Cure | ksj

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Allí estás otra vez, en la sala de espera de tu consultorio médico. Tanto la semana pasada como ésta eso estaba lleno de gente y, más concretamente, de mujeres de todas las edades. ¿El motivo? El nuevo médico que ha venido a sustituir a tu doctor oficial que está de baja. Es un chico que no tendrá más de veintiséis años y estás de acuerdo en que el chaval es bastante atractivo, pero, ¿tan desesperadas están todas que se dedican a perder las mañanas allí sólo para verle la cara? Tú estás allí muy a tu pesar porque hace seis meses tuviste un accidente en el que te rompiste el peroné y has estado toda la primavera y parte del verano con la pierna escayolada. Pero hoy es el día en el que te libras de ella. La semana pasada el nuevo doctor te hizo una revisión y una radiografía y confirmó que ya está el hueso fusionado para poder quitar la escayola.

Sí, te has vestido con una falda con vuelo muy ligero y una camiseta con un leve escote y ha sido nada más que para causarle una buena impresión al doctor Kim, pero no estás tan necesitada como todas esas señoras de aquella sala que piden número casi todos los días. Te pones cada vez más nerviosa conforme se acerca la hora de tu cita, pero te niegas a reconocer que estás tan encaprichada como el resto del pueblo. Intentas convencerte a ti misma, pero sabes que tu auto-engaño no es verdad cuando por fin entras patosamente con tus muletas a la consulta y le ves sentado a su mesa, inspeccionando tu ficha en el ordenador. No lo recordabas tan guapo y su perfil es simplemente perfecto. Se gira y te ve intentando cerrar la puerta sin éxito porque se te ha enganchado una de las muletas. Estás tan nerviosa que no puedes ni solucionar la que has montado, pero el doctor Kim se levanta de un salto y se acerca a ayudarte, haciéndote sentir diminuta una vez más al lado de su altura. Coge tu muleta y cierra la puerta, indicándote con una mano y una sonrisa que pases y te sientes en la silla de enfrente de su mesa.

Él se sienta después de ti y te saluda llamándote por tu nombre. Te sonrojas al oírlo en sus cuerdas vocales, mirando hacia el suelo, tímida. "Hoy es el gran día, ¿verdad?" Levantas la mirada hacia él, que te está sonriendo con ternura y tu corazón se acelera. "Sí... Una pregunta, doctor Kim." Eleva una mano, moviéndola de un lado a otro y frunciendo el ceño. "No, no me llames así. Llámame por mi nombre." Te quedas blanca, esperando oír su nombre de sus sensuales labios, los cuales observas con atención mientras lo pronuncian. "Llámame Jin." Te sientes bendecida porque conoces su nombre y sabes que el nombre por el que te ha dicho que le llames es un diminutivo. Te parece que ilumina la habitación con su sonrisa y te cuesta formular tu pregunta. "Erm... ¿Debo seguir llevando las muletas?" Se levanta de su asiento y rodea su mesa hasta quedar a tu altura, tendiéndote la mano mientras te responde. "Ahora veremos si estás en buena condición física." Estás temblando, tu mente te ha jugado una mala pasada malinterpretando sus palabras, pero agarras su mano para ayudarte de su fuerza para levantarte. Te lleva detrás del biombo y te sientas en la camilla. "¿Te importa que cierre con pestillo? No quiero que nos interrumpan." En serio, debe dejar de hablar así porque estás empezando a pensar en lo que no debes. Asientes mirándole desde abajo con expresión de perrillo hambriento y él se dirige a la puerta. No lo puedes ver por la tela del biombo, pero oyes cómo echa el cerrojo y aprovechas para colocarte bien la camiseta antes de que vuelva.

"Vamos a ello" dice sentándose en el taburete quedando por debajo de ti y te coge del tobillo sin ningún reparo para empezar a deshacer el nudo de tu cordonera. Tragas saliva intentando aliviar tu nerviosismo, pero es inútil. Observas cómo sus manos agarran tu zapatilla y sacan tu pie de ella, haciendo seguidamente lo mismo con tu calcetín. Empieza a masajear con suavidad el puente de tu pie y tú empiezas a querer morirte ahí mismo. "¿Esto te duele?" Niegas con la cabeza, ya que ha levantado su mirada hacia ti para oír tu respuesta. "¿Te notas el pie hinchado?" Vuelves a negar. "Perfecto. Vamos con la escayola." Jin coge los instrumentos necesarios del armario y vuelve a sentarse ante ti. "Puedes acostarte, esto va a llevar tiempo." Le haces caso y te recuestas en la camilla, mirando al techo e intentando olvidar sus perfectas facciones y el hecho de que está a tus pies. Escuchas el ruido de la sierra eléctrica que utiliza para cortar la escayola y eso parece ayudarte a salir mentalmente de aquel lugar.

Yorokobi | BTS smutsWhere stories live. Discover now