Capítulo 34. Esa historia me suena

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David

No es Alex. No es ella.

Me he pasado toda la noche en vela mirando el vídeo sin parar una y otra vez buscando alguna pista que me haga desvelar que ese cuerpo no pertenece a mi... A Alex. Creo que conozco su cuerpo bastante bien. En las ocasiones que la he tenido desnuda me he fijado en que tiene un par de lunares escondidos en la entrepierna, cosa que esta chica no tiene. El abdomen de Alex es liso, pero no lo es demasiado, y esta chica está más plana que una tabla de planchar, y sus pechos son... ¡Joder no son esos! ¡Los conozco!

—¿David que haces? —escucho a Yoel preguntar apareciendo por detrás de mí y colocándose a mi lado—. Joder... —murmura al ver lo que estoy viendo—. ¿No te cansas de ver eso?

A él también parece ser que le llegó la difusión. Anoche cuando se enteró vino a hablar conmigo sobre el tema.

—No es Alex —le dejo claro.

El vídeo se acaba y lo vuelvo a reproducir una vez más.

—¡Joder Alex! —gritan.

Ese grito proveniente de Ricky consigue llevarse toda mi atención. Una pequeña esperanza resurge en mi interior y creo que está aquí en casa buscando consuelo entre mis brazos, pero la realidad es la siguiente: Ricky está a solas con el teléfono móvil pegado a la oreja.

—Sólo... No te preocupes, ¿vale? Sólo... —Ricky no sigue hablando, es más, se retira el teléfono móvil de la oreja y mira la pantalla completamente confundido—. Me ha colgado —nos dice apenado al vernos mirándole y nos enseña la pantalla de su teléfono—. Bueno... ¿Qué hacéis? —pregunta echándonos a ambos los brazos por los hombros y quedando en medio de los dos.

—Viendo como este paranoico se pasa día y noche mirando el vídeo negándose a sí mismo que esa no es Alex —contesta Yoel dejándome un par de tortazos en la espalda.

—Es que no es Alex —contrataco.

No voy a revelar los datos que me han llevado a negar que esa no es ella, es demasiado confidencial e íntimo.

—David, por mucho que lo niegues hasta ella misma lo cree —me dice Ricky.

—¡No! —grito—. No es ella... —gruño entre dientes.

En ese momento la puerta principal del apartamento se abre seguido de un "Ya estoy en casa". Doña terremoto acaba de llegar. Sus pasos resuenen viniendo hacia aquí.

—¿Qué estáis haciendo? —pregunta cuando aparece colándose entre nosotros para ver qué es lo que estamos viendo—. Pero seréis guar... Asquer... —hace el intento de insultarnos, aunque falla en el intento. A Elena no le salen las palabras.

Rápidamente y con un movimiento de lo más ágil Elena le da una enorme colleja sonora a su novio, luego sé que llega mi turno, ya que siento como pellizca mi piel por la parte de encima de mi codo haciéndome gritar y luego deja la violencia a un lado cuando le toca el turno a Ricky.

—De ti no me lo esperaba —murmura mirando a este último con la boca y los ojos abiertos.

—No, no, no —murmura Ricky enseñándole las palmas de sus manos para detenerla.

—No te voy a pegar.

Ricky suspira aliviado al oírla, pero cuando menos se lo espera le sorprende y le deja un buen tortazo en la nuca.

—No me ibas a pegar... —susurra masajeándose la nuca.

—No estamos viendo un vídeo porno, es el vídeo que ha circulado de Alex pero que no es Alex —trato de explicarle, al igual que trato de masajearme la zona ahora dolorida, pero con la escayola se me hace un poco imposible.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora