Smol volley beans

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Al acabar la práctica, tal como habían acordado, Kageyama y Hinata se dirigieron directamente a la casa del último con motivo de estudiar un poco para los exámenes que se venían la siguiente semana, ya que a pesar de que Hitoka los estuviera ayudando en los recreos y en la hora de almuerzo, les costaba bastante. Aún así, se esforzaban, y eso era lo importante aunque no dieran los frutos que esperaban, el punto era pasar.

El pelinaranja iba con su bicicleta a un costado, caminando tranquilamente hasta que sintió como el chico más alto que iba a su lado tomaba su mano sin cortar el silencio del anochecer. Aquel gesto le hizo sonrojar instantáneamente, se sobresaltó un poco al ser repentino pero no se alejó, solo era que aún no se acostumbraba a esas muestras de afecto por parte del pelinegro, el cual nunca había mostrado ningún interés en nada más que no fuera volleyball, pero de un día para otro las cosas entre ambos fluyeron más allá de un compañerismo de equipo y terminaron en eso, siendo el primer amor de ambos, algo puro y nuevo que iban descubriendo y experimentando de a poco entre muestras como estas.

Después de un rato Hinata entrelazó sus dedos con los de Kageyama y sonrió en su interior, le agradaba bastante esa calidez que crecía en su interior gracias a esos momentos. Y el pelinegro se sentía de la misma manera, por lo que por instinto acarició suavemente el dorso de la mano del contrario con su pulgar. Era muy agradable. A pesar de que ambos eran bastante ruidosos, en ese momento no era necesario decir nada.

Luego de un rato caminando en silencio llegaron a la casa del más bajo, el cual soltando la mano del otro abrió con sus llaves y dejó su bicicleta apoyada a un costado del pasillo de entrada.

–¡Ya estoy en casa! –Alzó la voz y al instante unos pasitos se escucharon corriendo rápidamente hacia la entrada.

–¡Nii-chan, bienvenido! –La pequeña hermana de Hinata, Natsu, se lanzó encima para atrapar su cadera en un abrazo, a lo que el pelinaranja mayor respondió revolviendo su cabello. Eran bastante parecidos. –¡Mamá, Nii-chan trajo a Kageyama-kun!

–¡Natsu, eso debía decirlo yo!

Kageyama observó a los hermanos parado en la entrada aguantando la (extraña) sonrisa que quería aparecer en su rostro, en su interior encontraba la escena más que tierna, aunque no lo admitiría nunca, como también nunca admitiría que a veces sentía celos de la atención de Hinata que le era robada por Natsu, algo bastante infantil.

–Con permiso. –Imitando a Hinata se quitó los zapatos y entró, haciendo una pequeña reverencia saludando a la mamá de este que se encontraba en la cocina. "Cierto que ahora es mi suegra", ese pensamiento se le pasó por la cabeza y la sacudió antes de que el calor se le subiera a las mejillas, su relación con su hijo era un secreto, al menos por ahora.

–¡Ah, Kageyama, bienvenido! Que bueno que llegaron temprano así puedo cocinar la cena para cuatro personas, aunque debiste avisarme antes Shoyou. –La señora lo regañó un poco y este solo sonrió murmurando un pequeño "Lo siento".

–Mamá, Kageyama-kun vino a estudiar, no fue planeado por eso no te avisé. Vamos a estar en mi habitación, ¿si?

–Está bien, los llamaré para la cena, esfuércense.

Ambos chicos asintieron y se dirigieron a la habitación del dueño de casa, mientras que Natsu se quedó ayudando a su mamá, aunque tenía un pequeño puchero ya que tenía ganas de jugar con su hermano mayor apenas llegara.

El pelinaranja tomó una mesita plegable que tenía apoyada a un costado de su escritorio y la colocó en medio del cuarto, sentándose frente a frente con el chico. De seguido sacó los cuadernos de su mochila, dejando algunos en el piso y otros sobre el mueble.

De la escuela al salón de belleza de NatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora