capítulo único

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A los veintiún años no esperaba estar en la cama rodeado de pequeñas jeringuillas y unos cuantos tubos que le conectaban con algo extraño en el techo. Sus ojos pesaban al igual que su mandíbula, se sentía cansado, denso, mareado, aquellos malestares se acentuaban por la blancura del cuarto en el que se encontraba. Ladeó su rostro mirando a un chico alto de cabello lacio y oscuro que sostenía un celular mirándole, arrugó el ceño un poco y frunció la nariz, dicho acto le causó la sensación de extrañeza en sus adormiladas mejillas. Lamió sus labios lento y estuvo a punto de abrir la boca para preguntar qué hacían allí.

— ¿Te sientes mejor, JiMin? —Se adelantó aquel extraño sonriendo, mostrando unos blanquecinos dientes y una sonrisa que terminaba en la curvatura de sus ojos creando pequeñas arrugas.

— ¿Mhh? —Preguntó parpadeando pesado.

— ¿Cómo estás? —Volvió a mencionar sonriente mientras se acomodaba un poco jalando una de las sillas metálicas negras que estaban alrededor, procediendo a sentarse mientras seguía apuntando con el celular al chico en la camilla.

— Tengo hambre... —miró hacia el techo arrastrando pesadamente las palabras— hambre... mucha... ¿conoces... esas galletitas que tienen chocolate dentro? —sonrió tratando de mover su mano para hacer señas, cosa que apenas pudo hacer por el suero en sus venas— me... me gustaba... meterlas en el microondas... se derrite el... chocolate dentro...

El chico a su lado comenzó a reír con soltura, cosa que hizo que su teléfono se moviera también. Achinó sus ojos tragando las enormes carcajadas que estaba produciendo su amigo.

— ¿Sabes quién soy, JiMin? —Mordió su labio divertido.

— Eres Kookie... —sonrió— Kookie... como las galletas. Quiero galletas. ¿Conoces esas que tienen chocolate dentro?

— Sí, sí, ya lo dijiste. —Pasó una mano por el cabello de JiMin.

— Mhh... —JiMin sonrió con los labios apresándose entre sí sin mostrar sus dientes, movió un poco la cabeza parpadeando rápido para que sus pupilas se acoplaran a la exagerada luz.

Pasaron escasos tres minutos y se escucharon algunas voces, JungKook se levantó admirando al enfermero entrar mientras se acomodaba la típica camiseta azul oscuro. JiMin miró al chico que estuvo parado frente a su camilla; piel pálida, cabello oscuro despejado de su frente —aunque habían algunos mechones que, rebeldemente, se aventuraban hacia la blanquecina piel—, los brazos que resaltaban de aquel uniforme azul se veían gruesos y con algunas venas enmarcándose, miró a su amigo y luego al enfermero, este último era notoriamente más pequeño, aunque no por ello menos varonil. Sonrió y mordió su labio inferior con lentitud.

— Mierda... —habló sonriente.

— ¿Eh? —El enfermero se acercó pensando que JiMin se había lastimado— ¿Estás bien?

— No. —Parpadeó cortamente— tú eres el que está bien... muy bien... —sonrió.

— Oh, por dios. —JungKook carcajeó y volvió a tomar su teléfono para grabar nuevamente a su amigo drogado.

— ¿Qué estás diciendo? —El enfermero comenzó a reír mientras negaba y comenzaba a acomodarle el collarín para que no se moviera mientras la anestesia seguía inundándole el cuerpo— avísame si duele ¿Sí? —mencionó mientras revisaba su cuello.

— Duele que seas tan guapo... —Soltó honesto.

El enfermero soltó una risa ronca mientras negaba para alejarse y colocar un pequeño traste debajo de la barbilla de JiMin y así evitar que se manchase cuando el hablar fuera más difícil.

« i can't stand it »  ::  ʏᴏᴏɴᴍɪɴWo Geschichten leben. Entdecke jetzt