Desánimo

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Cuando eres pequeño los viajes en el auto te emocionaban, aunque si duraban demasiado tiempo te producían un sueño inmenso, pero no había problema, como eras chiquito podías acostarte en el asiento trasero cómodamente. Deseabas ir en la ventana; disfrutabas del paisaje, así fuese el más sencillo, te gustaba sentir como el aire chocaba en tu rostro. Y quizás tus acompañantes hacían ruido, pero ibas tan concentrado pensando en que forma tenían las nubes, o si las montañas parecían dinosaurios acostados, en fin; ibas en tu mundo de cero preocupaciones y esperando llegar al destino del viaje.
Pero todo como todo en la vida va cambian, y en el instante que notas que no cabes cómodamente en el asiento de atrás comienzan los problemas. De pronto no le encuentras formas a las nubes, ya te aburres de ver tantas montañas, y comienzas a escuchar todos los problemas de tus compañeros de viaje, que la mayoría de las veces son tus padres quejándose de la vida que llevan; el dinero no les alcanza, que están demasiado cansados, ya no salen de vacaciones; el único viaje que hacen es de tu casa al colegio a dejarte, y luego a sus trabajos. En fin, el carro además de ser un medio de transporte al parecer era el lugar donde drenar todas las penas del día. Estando atormentado de tantas quejas, apoyas la cabeza en la ventana y sientes el aire contra ella como hace unos años. Te empiezas a sentirte un poco más relajado, pero aún los escuchas, se te viene a la mente una canción y la empiezas a tararear... Así poco a poco, te vas adentrando a ese mundo que dejaste atrás hace varios años. Aunque eso no dura por un largo tiempo, ya que, cuando llegas a tu casa regresas a la realidad, sintiéndote desanimado.

Give me FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora