Crimen pasional

Creo que esta es una de las cartas de Gerald que más me han impresionado durante su lectura. Trata el tema de su cautiverio con total naturalidad, una muestra más del sosiego que se aprecia en todas sus narraciones:

Me desperté en aquella habitación oscura y con claros problemas de humedad esposado y amordazado en una silla. Por los ruidos metálicos posiblemente me encontrara en una nave industrial apartado de cualquier esperanza de ayuda que me llegara del exterior. Al mismo tiempo que me iba poniendo en situación, observaba aquel siniestro zulo, y los únicos objetos que me acompañaban en aquel ambiente desolador eran un plato, vacío por otra parte, una cazuela oxidada, posiblemente mi baño personal ya que no pintaba que fuera a ser un trámite de un par de horas; y un libro polvoriento y medio roto.

Lo último que recuerdo es que estaba observando a una pareja de Indiana que había venido de visita turística al Gran Cañón. Al ver el hastío que los iba a acompañar durante toda la velada, él mirando la televisión, ajeno a cualquier estímulo del exterior, y ella ordenando la maleta para partir a la mañana siguiente, el Voyeur decidió bajarse a recepción a ordenar unas facturas y hacer unas cuentas. Al Manor House lo acompañaba un inusual silencio ya que Donna estaba en casa de su tía, recientemente fallecida, por temas administrativos y demás; y en invierno había menos demanda de habitaciones debido al clásico clima de Colorado.

Cuando me quise dar cuenta estaba allí. No sabía cómo había llegado, pero una cosa estaba clara, el sujeto que me había traído no quería ser mi amigo. Pasé horas allí, encerrado, por un momento me esforcé en gritar pero al no recibir una respuesta tiré la toalla antes de perder más energía, ya que tenía la sensación de que la iba a necesitar.

A la mañana siguiente, o eso me pensaba, me despertó un cubo de agua en la cara. Antes de abrir los ojos ya sabía lo que se me avecinaba ya que me habló una voz que me parecía familia: '' Buenos días señor Foos, ¿ha pasado buena noche?'' Y cuando abrí los ojos lo confirmé, ese hombre había estado en mi motel. Nunca me olvido de una cara y mucho menos de una persona a la que he visto yacer con su pareja. Sin embargo no recordaba bien su historia. Después de unos instantes para que recuperara el aliento, se dispuso a hablar: '' Me recuerda Gerald. Seguro que sí, usted siempre ha sido un hombre muy perspicaz. Soy Larry, el militar que estuvo en junio del setenta y uno alojado un par de semanas en su cuchitril''. No soporto que hablen mal de mi negocio, podrá ser muchas cosas pero el Manor House no es sucio; pero decidí no empeorar el asunto y que continuara con su explicación, ya que seguía sin recordarlo: ''Como ya sabrá, mi mujer murió a manos de un miserable hace tres años y la policía nunca ha encontrado nada. Sin embargo un vecino mío me dijo que el día de la tragedia un coche había llegado a mi casa, cerca de la residencia militar, a los quince minutos de llegar mi mujer. Esa noche mi esposa estuvo sola y fue la noche de su asesinato. No había ni rastro del arma homicida, ni sangre, ni pisadas.....'' En ese momento paró de hablar y me llegó una imagen de este suceso, Larry tenía razón, esa noche yo estuve en la casa; como ya sabrás de anteriores episodios de mis manuscritos, perseguía a algunas de mis clientas más atractivas cuando abandonaban el hotel:'' ¿Por qué lo hiciste hijo de puta?¿ qué tenías contra ella?'' En ese momento estalló de furia y me agredió repetidas veces a puñetazos hasta que se echó a aquel polvoriento suelo a llorar desconsoladamente. Rápidamente, para no mostrar debilidad, se secó las lágrimas de los ojos y se retiró de la habitación, pero antes de cerrar la puerta, dijo: '' Póngase cómodo Foos, vamos a pasar mucho tiempo juntos''.

Aquel hombre tenía razón, estuve en la casa la supuesta noche del crimen, pero yo sabía que era inocente, aunque de poco me iba a servir decirle que yo no era la persona que llevaba buscando tres años. Ni siquiera sabía que aquella mujer había muerto. Pero aun recordaba su ficha, mujer de raza blanca, 1,80 m y rubia natural, con unas medidas exuberantes; aunque tenía la sensación de que se pasaba algo.