Velo Negro

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Cada ocaso es la llegada de una tormenta, cada medianoche es el ojo del huracán, y al alba, el silencio que sucede a la tempestad, lo duerme en un profundo pero agonizante sueño. Atrofiado por la fatiga que causa la ausencia constante del sol, yace en peligroso reposo, exhalando su propia vida. Me gusta ver como el humo se mece en el aire, casi como si bailara frente a su cara, pero él no lo nota, me sorprende como puede abstraerse, jugar dentro de su propia mente, no se cómo, ni sé por qué, pero lo percibo, veo como sus ojos vacíos se centran en algún punto del abismo del delirio. A veces pienso que la locura lo atrapo en el amor, a veces pienso que el amor lo encerró en su propia cordura, pero creo que la triste verdad es que el amor lo confinó a la oscura locura. Me pregunto a menudo qué será lo que piensa, qué es lo que lo atormenta, qué rastros del pasado invaden su silencio. Se lo ve sereno, pero sé que por dentro, en lo mas profundo de su conciencia, una tormenta de velo negro ciega su claridad, sus pensamientos. Está inmóvil, pero en su mente se esta ahogando, intenta nadar con desesperación hacia la superficie, la superficie de un mar de lamentos del cual no puede escapar. Cada noche detengo la mirada en el mismo fenómeno, cada noche me encierro dentro de mi cabeza, y yo, yo solo observo el espectáculo, me veo consumirme, atrapado en un hoyo sin salida a la vista, juego con mis temores, me río de ellos, mientras ellos lloran por mí.

Velo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora