1. Sergei

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-Disculpa, ¿Te conozco?

Fue la pregunta que lo sacó de su inquieta mente

-Puede ser. Pero no te recuerdo. Mi memoria suele ser mala.- respondió vagamente -¿Cómo te llamas?

-Matías ¿Y vos...?

-Llámame Sergei, creo que hoy es ése mi nombre

-¿Hoy? ¿Cambias tu nombre seguido?

-Te dije. Mi memoria es mala.

Matías observó las hojas que Sergei estaba dibujando. Le llamó la atención la cantidad de personajes que dibujaba. Uno le resultó conocido, pero no podía recordar de donde.

-¿Te gusta dibujar?

-Sí. Lo hago todo el tiempo. Me ayuda a recordar

-¿Recordar?

-Sí. Es como si fueran crónicas de los sueños... me gusta recordarlos.

-Yo suelo olvidarlos ¿Ese personaje de allí... también lo soñaste?

-¿Crees en la magia?

La pregunta desconcertó a Matías. No por ser extraña, sino por ser certera. Él creía firmemente en la magia, en la fantasía, y que hasta lo más imposible podía hacerse realidad.

-Sí... ¿Pero qué tiene que ver con el personaje? ¿Es mago?

-Algo así. Cuando atravieso el portal de los sueños, me siento capaz de hacer de todo, entre otras cosas, cambiar de forma. Ésta fue la que adopté anoche.

-Está lindo...

-¿Lo reconoces?

Otra pregunta ¿Cómo sabía? ¿De dónde lo podría reconocer?

-Eh... sí- respondió -¿Pero de donde...?

-Me parecía nomas- dijo haciendo otro dibujo detras de un dibujo con sorprendente rapidez -simplemente te reconocí Saitam.

Matías quedó sin palabras. Saitam era un personaje que él había creado para sus relatos basado en él mismo, pero nunca pudo dibujarlo. No era su fuerte el dibujo. Y este extraño lo dibujó como si fuera algo tan normal como dibujar una casa o un perro. Y no sólo eso. Lo reconoció por su nombre.

-¿De dónde me conoces?

-No sé. Soy malo para recordar nombres- dijo revolviendo entre los dibujos hasta tomar uno y mostrándoselo -Pero te vi, frente a esta torre magenta con la amatista flotante. Anochecía con ese cielo entre turquesa y rosado, y las cuatro lunas dibujaban un arco ¿Te acuerdas?

-S... si- dijo sin poder salir de su asombro. La voz de matías era casi un hilo -¿Cómo... pudiste ver eso?

-Me gusta viajar en sueños... pero nunca puedo controlar los saltos espaciales. El espacio es tan relativo...

Y de repente, un nombre iluminó los recuerdos de Matías

-¿Iris...?

-Si, creo que anoche me llamaba Iris... ¡Mira la hora!- dijo juntando las hojas en su morral negro, manchado de tierra y pintura -¡Me tengo que ir yendo!

-¡Espera!- exclamó Matías tratando de retenerlo. Su cabeza recordó el sueño, y ahora lo invadían miles de preguntas -¿Dónde quedó el cristal azul? ¿Dónde te puedo encontrar? ¿Nos volveremos a ver?

-Cobre de estalagmitas. En los sueños. Quizá, no lo sé.

Dio un último sorbo a su Mokaccino y salió del café corriendo. Matías cruzó la puerta, pero lo perdió de vista. Es como si hubiera desaparecido.

-Matias. Su latte.- dijo el vendedor

Matías lo tomó, y trató de buscar el vaso del mokaccino de Sergei, pero había desaparecido de su sitio. En su lugar solo quedaba un dibujo de Saitam, y del reverso, el dibujo de Iris.

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⏰ Last updated: Aug 05, 2017 ⏰

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Crónicas de un viajeroWhere stories live. Discover now