Prólogo

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Lance estaba sentado en el comedor completamente solo.

Le había enviado un mensaje a Javier para que se reuniera con él y no había ni rastro del chico.
Apoyó su cabeza contra la mesa. Tenía círculos oscuros alrededor de los ojos y se sentía tan cansado que creía que era un milagro que siguiera de pie.
La puerta se abrió y un igual de cansado Javier apareció. Llevaba una extraña camisa azul y un montón de correas alrededor del cuerpo.
—Pareces un soldado de La Legión de Reconocimiento —le dijo sonriendo.
—Lo sé, ¿recuerdas las noches enteras que pasamos leyendo los mangas?
—A nuestras mamás no les hacia gracia, decía que eran muy violentos. ¿Quién te vistió así?
—Yo, ¿no te gusta? Creí que sería un buen guiño a nuestra infancia.
—Vaya que lo es, te ves bien —admitió sonriendo—. Te tendré esconder para que no te vean.
Javier se sentó lo más cerca que pudo de Lance.
—Te ves cansado.
—Keith no me deja dormir. Se mueve todo el tiempo y siempre insiste en usar una manta, me siento como pollo asado.
—Y hueles como a uno.
Lance lo golpeó en el hombro.
—Oye, ¿todo va bien con Keith? Los escuché discutir la otra vez.
—Agh, así que si se escuchaba —Lance se pasó la mano por el cabello—. Es complicado. Se volvió muy inseguro después de lo de Allura, cree que entre nosotros sigue habiendo algo de lo que preocuparse. ¿Pero acaso yo le he reclamado por lo de Nakir? No, a pesar de que me hierve la sangre cada vez que pienso en eso.
—Bueno, puedo entender porque hizo lo que hizo —Lance le dirigió una mirada furiosa—. Aunque no estoy justificándolo —levantó las manos en señal de rendición.
—¿Ah sí? ¿Por qué lo hizo, entonces?
—Por venganza. Despecho. Tristeza. Rabia. Todo eso junto en una persona es suficiente para que cometa estupideces. La verdad creo que el verdadero culpable es Nakir, él se aprovechó de la vulnerabilidad de Keith.
—Pero aún así, yo estaba siendo torturado, es decir, un poco de respeto hacia mí no lo habría matado.
—No estabas siendo torturado, Lance. Y recuerda que estaba dolido porque habías ido por mí y no le habías contado nada acerca de que tuvimos una relación.
—Ahora resulta que es mi culpa que no sepa mantener sus pantalones arriba —gruñó Lance cruzándose de brazos.
—Eso fue desagradable, y no, no es tu culpa, pero tampoco es la de él. Lance, mírame —Javier miró directamente los ojos azules del otro—. Keith no sabe cómo amar. Su padre lo abandonó a los siete años, ¿no?, así que no sabe nada sobre cómo debe ser amar a alguien. Debe estar perdido y lo menos que necesita es que lo culpes y te alejes de él.
—Deberías ser terapeuta o algo así —dijo Lance al cabo de un momento.
—Lo pensaré. Pero primero Voltron debe levantarse.
—No sé que voy a hacer. Todo éste lugar se hunde cada vez más. Me siento como un inútil —ocultó su rostro entre sus manos.
—Lance, ¿recuerdas cuando fuimos a la feria?
—¿La vez que nos escapamos y nuestros padres casi nos asesinan? —rió Lance—. Cómo olvidarlo. Si hasta dijeron que no querían que siguiéramos siendo amigos.
—Y planeamos fugarnos a México y poner nuestro puesto de tacos —rió también Javier—. Era mejor irnos de Cuba a los once años que no volver a ser amigos.
—Sí, "Las Nenas" es mi sueño frustrado.
—Nunca me ha gustado ese nombre para nuestro puesto.
Lance se rió y le alborotó el cabello.
—Al final nos encontraron pidiendo un aventon en la carretera y prometieron que no nos separarían —Lance apoyó la cabeza sobre el hombro de Javier y bostezó—. Pero no sé a qué viene eso.
—Recuerda cuando nos metimos a la casa del terror. La gente salía corriendo de ahí temblando y nosotros queríamos saber porqué tanto escándalo.
—Sí, recuerdo que les pedimos a unos jóvenes que nos ayudarán a entrar porqué sólo podíamos entrar con un adulto.
—Tú tenías la linterna —continuó Javier—. Me llevaste de la mano todo el camino y no me soltaste ni siquiera cuando por accidente me caí —sonrió—. Me levantaste y me preguntaste una y otra vez si esta bien a pesar de que los monstruos nos perseguían. Uno de ellos se apareció frente a nosotros y tú me pusiste detrás tuyo para protegerme. Mientras viva seguiré recordando lo seguro que me sentí sabiendo que estabas a mi lado.
—Eres de las personas más importantes para mí, tú me salvaste, ¿recuerdas?, no hay nada que no haría por ti.
—No me estás entendiendo. Mira a tu alrededor. Desde que Allura no está,  el castillo se volvió nuestra casa del terror. Estamos atrapados en ella, sin luz y avanzando a ciegas sin saber que los monstruos están rodeándonos esperando el momento justo para atacarnos —Javier le tomó de la mano—. Si queremos salir tenemos que tomarnos de las manos y confiar en que alguien encenderá la linterna y podremos irnos.
—En ésta analogía...  ¿Yo tengo la linterna?
—Sólo si te atreves a tomarla y encenderla.
Lance abrió la boca para hablar justo cuando la puerta volvió a abrirse mostrando a un malhumorado Shiro.
—¿Javier? ¿Qué haces acá? Me asusté  cuando no te vi.
—Ay, genial —murmuró Lance por lo bajo.
Desde que Matt se había ido y Hunk y Pidge se habían refugiado entre ellos, Shiro había encontrado en Javier una especie de pañuelo humano. No lo dejaba tranquilo ni una sola vez y a Lance eso le molestaba, con Keith molesto todo el tiempo y los demás hundiéndose en depresión Javier era la única persona con quien podía hablar. Y Shiro evitaba eso.
—Vamos, Javier. Te ves muy pálido. Necesitas comer un poco —Shiro cargó a Javier sobre su hombro como si fuera un costal. El chico ni se quejó, ya estaba acostumbrado a eso.
—¿Qué harás, Lance? —Le dijo Javier balanceándose al ritmo de Shiro—. ¿Vas a encender la linterna o seguirás que todos vaguen por su cuenta en la oscuridad?
La puerta se cerró de nuevo apartando a Lance del resto de sus amigos. Ya tenía claro que debía hacer. Si Keith tuvo que liderar después de que Shiro desapareciera, él tenía que hacerse cargo de Voltron ahora que Allura se había ido. Esa era su responsabilidad.
Miró la puerta por donde Javier había desaparecido.
¿Qué tan diferente habría sido su vida sin él en ella?
—Muy bien, Lotor —dijo en voz alta—.  Ya hiciste tu jugada. Ha llegado mi turno.

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