Pensamientos Fallidos De Una Escritora Anónima

Esmalte Rojo

Todo comenzó cuando encontré ese esmalte rojo.

Fácil es darle los cargos a un objeto que no puede defenderse o acotar sobre su culpabilidad, de todos modos eso no quita que haya tenido participación en esta historia.

Mis uñas comenzaron a crecer, las veía tan mal, sin color, llegué hasta sentir que podía notar su angustia. Ellas deseaban tener un tinte, que no solo las identificara, si no también, que las volviera únicas. Quedaba muy claro que en estas pequeñas en crecimiento, existía una pelea casi campal por atreverse a un cambio, ansiaban con todas sus células permitirse el placer de dejar atrás un pasado de problemas, rompimientos y demás.

Ese día, todo daría su matiz, muy casual entre mi papeleo en casa, se toparon con un color rojo, tan intenso y llamativo, que no controlaron sus impulsos, lo tomaron como si lo hubieses buscado toda su vida, pero al instante pensaron en la posibilidad de que fuera una mala idea, dejar entrar en su vida a este, con su color tan embriagador a la vista, que podría marcar su aún no pintada capa superficial. Dejaron a su anterior tesoro perdido en la cama, mientras procedía a recostarme en la cama, ya que era muy tarde y no tenía razón de desvelo, cuando me dirigía a realizar un descanso profundo, ellas no contuvieron más lo que sentían.
Se aproximaron a este con gran deseo, comenzaron a girar hacia la derecha su tapa, y como si pidieran permiso, retiraron el pincel desde dentro, estaba todo empapado, el rojo de ese tinte era cautivador. quedaron encantadas, aunque no acabó allí. Continuaron su aventura, dando toques con el pincel sobre ellas, tanto era su éxtasis, que no pararon hasta terminar las diez uñas.
Había sido tan placentero que volvieron a pasar otra capa de pintura cuando se termino de secar la anterior, y es que no se trata del pincel, si es grande o chico, si no de como se emplea a la hora de la acción. y ellas quedaron totalmente satisfechas.

Nunca subestimes al poder del color Rojo, te sorprende.

Nina Zalek