Lo más bonito

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–¿Has dejado de comer?

Se encogió de hombros vagamente, sin mirarlo directamente. Su pelo de plata dejó entrever el brillo esmeralda de sus ojos. Tan hermosos como infinitamente tristes.

–¿Por qué?

De nuevo, se encogió de hombros.

–No merece la pena.

Se acercó con cautela. Él se encogió. La veía temblar, incluso a través de la oscuridad. Estiró la mano hasta rozar sus dedos, y le cogió de la mano. Notaba el pulso latir en su muñeca, con suavidad, con calma. Demasiado.

–¿No?

–No.

–Dime por qué.

El elfo le miró durante unos segundos, con la rabia y el miedo latiendo tras sus pupilas. No quería reconocer que le necesitaba. Ahí, apretando su mano. Jugando a acariciar la palma de su mano, a entrelazar los dedos con los suyos. Necesitar algo. Aquello era un sentimiento que comprendía. Pero necesitar a alguien... jamás había sentido aquello. Y no le gustaba. Aun así, no dejaba de juguetear con sus dedos.

–Ya sabes la razón –murmuró, estrechando aun con más fuerza su mano. Él se dejó hacer, igual que le había dejado jugar con su mano. Porque a él también le gustaba, porque quería sentir que, aunque no lo reconociera, el elfo le necesitaba tanto como él lo necesitaba.

–No. Lo único que sé es que te has encerrado aquí y te niegas a salir.

Le miró fijamente, sus ojos brillantes.

–¿Cómo has entrado?

Lian, que hasta entonces había conseguido permanecer serio, soltó una carcajada ante el inesperado comentario.

–Por la ventana. Del piso de arriba. –aclaró. El elfo consiguió sonreír, y Lian se apuntó una pequeña victoria. –Pero no cambies de tema.

Fenris desvió la mirada. Sus dedos seguían tamborileando sobre su palma.

–No malgastes tu aliento. No... no puedo, Hawke. No puedo.

Su voz se fue quebrando a medida que hablaba. Parecía haber empequeñecido. Volvía a ser el niño asustado al que su familia había vendido a los esclavistas. Un niño que había pasado media vida encadenado, aterrado. Chillando y llorando por el dolor y el miedo. Y, al final, odiando. Un odio que lo estaba consumiendo.

Lian siguió mirándole durante un largo rato, pero Fenris no le devolvió la mirada. Seguía acariciando su mano. Era lo único que le hacía pensar que aún tenía esperanza. Que estaba pidiendo ayuda en silencio porque era demasiado orgulloso para pedirla a gritos.

Se reclinó en la silla. Sus ojos se empezaban a acostumbrar a la oscuridad, y ya casi podía distinguir perfectamente su silueta.

–Sabes que es inútil. Soy cabezota. Seguiré hablando aunque me metas la cabeza bajo el agua.

Fenris sonrió débilmente. Lian aprovechó para darle un apretón en la mano, con suavidad.

–Eso tiene fácil arreglo.

–Atrévete.

Ninguno se movió. Se quedaron quietos, con las manos firmemente entrelazadas.

–Fenris.

–Hawke. No.

–Deja de huir.

Esta vez, el apretón fue doloroso. A pesar de todo, Lian no apartó la mano. Le miró fijamente.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2017 ⏰

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