PRÓLOGO

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Si alguien me preguntara que se siente ser yo, no sabría que decir pero probablemente sería lo que todo el mundo quiere escuchar, que tengo una vida perfecta digna de la realeza y que estoy encantada con todo lo que ocurre a mi alrededor o con mis obligaciones; ¿los decepcionaría si dijera que me siento agobiada con tanta atención y que cambiaría cada uno de los costosos vestidos que atestan mi guardarropa con tal de tener al menos un día lejos de todos estos lujos y pretensiones que colman mi cotidianidad? Probablemente si pero qué mas da, de decepciones se vive y yo de ellas tengo toda una colección guardada dentro de mi pecho que ahora mismo está cubierto por la seda de color salmón de mi vestido con detalles blancos. Siento como si usara un disfraz, el perfecto disfraz de niña inocente y toda mi familia se esconde tras uno. 

Mis padres me enseñaron eso desde niña, si mostraba a los demás una perfecta imagen de mi todos desearían ser como yo, si algo dolía debía ignorarlo o crear una coraza con toda mi tristeza y convertirla en fortaleza porque después de todo nadie entendería mi dolor más que yo y tenía que saber usar mis emociones a mi favor.

Recuerdo haber ido una vez a un circo con mi familia, fue muy emocionante ver a los trapecistas dando vueltas en el aire como si volaran, con tal pasión que parecía que su vida dependiera de ello en aquel momento, sin mencionar a los payasos, ventrílocuos y demás. Cuando la función estuvo por finalizar apareció un hombre de aspecto rústico llevando un látigo en la mano, el material del que estaba hecho lucía tan áspero como su larga barba blanca. Tras el apareció un león, apenas lo vi quedé maravillada, jamás había visto uno más que en los libros de la biblioteca del castillo. El hombre logró que el león hiciera piruetas y demás logrando que la multitud lo victorearan, incluyendo mi familia, pero no pude evitar pensar en que si el león quisiera podría atacarlo sin piedad alguna y acabar con el pero no lo hizo.

Esa misma noche, dentro de mi tibia cama pensé en que yo era un león de circo, podía acabar con todo si quería pero no lo haría por diversas razones y aunque anhelara libertad continuaría con el espectáculo para que el público se sintiera satisfecho.

Repito lo que Amelia dijo como si fuese un mantra; "todo es cuestión de perspectiva", pero aunque decore la jaula no dejará de mantenerme cautiva.



Holaaa, espero que les haya gustado este pequeño prólogo, intentaré subir capítulos tanto como pueda debido a la cuarentena, no olviden votar. :)

Princesas de Cristal  /EDITANDO/Where stories live. Discover now