Era solo un niñito

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          Una noche fría, inicios del mes de septiembre. Fabián esta era solo un pequeño de cuatro años que se refugiaba bajo una sábana en su habitación. Afuera estaba lloviendo como si el mundo fuese a acabarse esa noche: rayos brillantes partiendo el cielo hacían que los truenos retumbaran en las paredes de su cuarto.

          -¡Mami!- Comenzó a gritar, acurrucado tembloroso bajo su delgada protección. Su voz se entrecortaba por las ganas de llorar, con la nariz moquienta y las extremidades casi congeladas.

Su madre entró en la habitación con una sartén alzada como arma, ella también temblaba como loca, pero no por el frío; temblaba por el miedo. Era madre primeriza, aún no se acostumbraba por completo a cuidar un niño, entonces para ella todo ameritaba una guerra con el fin de proteger a su bebé.

          -¡¿Qué pasa, cielo?! ¿Estás herido?- Comenzó a gritar desesperada, asustando aún más al pobre de Fabián. -No temas, ya estoy aquí- Decía agitando la sartén como loca entre la obscuridad.

Otro rayo iluminó la habitación a través de la cortina de la ventana. Haciéndolos saltar del susto a ambos.

          Fabián tomó de las piernas a su madre y la abrazó son fuerza. -!Tengo miedo, hay monstruos afuera¡- Dijo llorando.

          La madre dejó salir un enorme suspiro de alivio al sentir a su hijo tomándola con fuerza, eso le indicaba que al menos no estaba herido. -Fabiancito de mi vida, casi me matas del susto con tu grito desgarrador. Pensé que algún mueble te había caído encima, o que los truenos habían roto alguna ventana...- Seguía diciendo mientras lo cargaba en brazos para ir a prender la luz.

Al hacerlo pudo ver el pequeño rostro de Fabián lleno de lágrimas y moquillo, con la nariz roja y los labios temblorosos. El niño la miró por un segundo antes de aferrarse con toda fuerza al torso de la mujer. Ella se sentó sobre la cama y comenzó a arrullar al bebé.

          -Sabes que siempre estaré aquí para cuidarte...- Comenzó a cantarle al oído con una dulce voz- ...sabes que no habrá nada que pueda de mi alejarte...- Lo abrazó y le puso su cobija para cubrirlo del frío- Tú eres mi pequeño solecito, brillante y juguetón. Mi deber es protegerte a ti y a tus dientes de ratón- Le sonrió con dulzura dándole un leve toquecillo en la nariz con sus delgados dedos. El pequeño se rió un poco y dejó de llorar por un momento.

          -¿Por qué se escuchan esos ruidos tan fuertes?- Preguntó a susurros.

          -Esos ruidos se llaman truenos, después te enseñarán qué son con exactitud, pero hasta entonces te diré lo que mi madre me dijo cuando yo estaba en tu lugar: esos no son ruidos malos, son el resonar de una increíble fiesta. Una fiesta tan grande, que a pesar de estar en otro lado del universo, se puede escuchar aquí. Son vecinos de otro planeta divirtiéndose mucho- Le contestó su mamá escenificando sus palabras para entretener al niño.

Fabián comenzó a reír incrédulo, olvidándose por un momento de su miedo que tenía hace un rato.

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⏰ Last updated: Sep 08, 2017 ⏰

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