Le dicen el 'Kacchan'

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Allá muy lejos, rete lejos. Pasando las milpas más amplias y los potreros verdosos de un extenso rancho vivía el mayor de los hacendados de toda la república. Se trataba de un güerito de ojos rojizos, de piel blanquita, reconocido por lo poblado de su varonil bigote y su caballo pura sangre.

No había güerco a la redonda que no le hiciera los mandados. El 'Kacchan' era lo que llamaban un macho pecho peludo de acero y bigote espartano.

Las morritas cacheteaban las banquetas por el bato buenorro, querían que awebo las pelara o les rociara la cantimplora, pero nel. El 'Kacchan' sólo se perdía entre las faldas del 'Deku'.

El 'inshe Deku era un tipejo cualquiera que no tenía donde caerse muerto que por órdenes de sus 'apas tuvo que irse a chingarle a la hacienda del 'Kacchan' como su chacha. Pero pa'l 'Kacchan' él era la cosa más cucha que había visto y sin embargo, no quería que nadie más se le acercara. 

Allá en el rancho grande, allá dónde vivía había un ñoño verdoso que a diario le decía:

—¡Te voy a lavar tus calzones!

Y volvía a su cantón con la cola entre las patas porque al 'Kacchan' nadie le tomaba el pelo y menos el escuincle enclenque del Deku. Pos es que na'más el güerito no soportaba la presencia del pelos de cilantro. Siempre andaba del tiro al tango que con sus mandados, que ordeñando las vacas y pa'todo se agachaba dejando las nalgas al aire. Es más, si vistiera falda sufriría de aires polacos.

Pero eso sí. Le traía rete hartas ganas al flacucho pues le hacía sentir mariposas en el estómago. Nunca lo gritaría a los cuatro vientos pero tampoco planeaba esperar a que el 'Deku' se abriera de patas él solito. Tenía que darle un empujoncito en todo el sentido de la palabra.

Él se lo quería corshar románticamente.

Un buen día el morrito del Deku cumplía años por lo que le iban a preparar una pachanga en su honor pos pa'que se sintiera especial. Fue entonces que el 'Kacchan' pensó que se aprovecharía de la ocasión pa'desquintar al chamaco y confesarle su sentir aun cuando él todavía era virgen, seguía siendo puro y casto el hombre.

Su 'amá ya había hecho el pedido de tamales que alcanzó a pagar juntando su morralla al comprar con 'La mamá lusha' y vender churros fuera de la iglesia. Además, ahorró pa'poderle preparar un champurrado de rechupete y los vecinos que querían mucho al Deku se mocharon con el tepache, el pulque, el molito almendrado y las garnachas. Querían celebrar en grande pos.

Sin embargo, no le dijeron ni pio al pobre chamaco que andaba todo achicopalado porque pensaba que ya nadie lo pelaba ni lo quería. Tanto así, que se fue a meter a un bar cerca del tianguis que se ponía todos los domingos cerca de su cantón. Ni tomaba el morro pero pos mínimo un rompope si se iba a chingar.

—¡Ajúa! Ese mi Deku López—lo saludó el Kaminari Dominguez—. ¿Por qué tan agüitado? ¿Tienes broncas?—le preguntó cuando le vio la careta que traía, como si estuviese crudo.

—Buenas Kaminari—contestó bebiendo de su tercer tepache—. Pos ahí no más pasándola. Dos dos, ¿y usted?—intentó cambiarle el tema. No quería seguir hablando del asunto.

—No pos mi Deku. Aquí dándole duro a la chamba, ando bien endeudado con el Kirishima Hernández, le debo un chingo que siento hasta gacho—confesó tomando de su mezcal—. ¡Salud mi Deku! Si necesitas que te tiren paro sólo pregunta y le caemos.

—Se lo agradezco—levantó sin muchas ganas su jarrón.

Sin importar lo mucho que el bato tratara de animarlo, él nada más se sentía más y más bateado por todos, pues las horas pasaban y pasaban y ninguno se asomaba para felicitarlo ni nada. Se sintió de la chingada.

El Kacchan [KatsuDeku]Where stories live. Discover now