Introducción

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En aquel momento, el guerrero de la profecía lucia su nueva armadura, una armadura de placa hueso de dragón, forjada por el mismo en la Forja del Cielo, en Whiterun, la primera capital de comarca que visito a su regreso a Skyrim.

Ese día partía de la mansión en la que vivíamos, una espectacular casa que el mismo construyo hace ya años cuando se forjaba su reputación como el guerrero más fuerte de toda la región, en aquel momento imagino que fue un reto para él y mi tía Lydia montarla.

Mi madre me acercó a mi padre para un adiós...uno que al final resultaría ser el último. Estaba en la piedra de afilar que teníamos fuera de la casa dándole una última pasada a su espadón, que también era hecho con hueso de dragón. Mi padre siempre creyó que el peso de una buena armadura o arma no era problema si eso te daba a cambio un golpe mortal a tu enemigo.

Mi madre puso su mano en mi espalda, como dándome un empujón para acercarme a él. Esto pasó cuando tenía cinco años, puedo recordar con esa edad la cara de mi padre, recuerdo que siempre viajaba por toda Skyrim, no había día donde no fuera por una aventura, y de ella siempre traía un recuerdo, desde armas hasta pergaminos.

- ¿Enserio tienes que ir? - habló mi madre

-Mjoll, la idea de ir a este tipo de conflictos no es algo que me agrade, pero soy un nórdico, un hijo de Skyrim, el honor y el deber que conlleva esta guerra es algo que no puedo ignorar, por más que me desagrade. - Dirigió su mirada hacia mí, luego se agacho para verme directamente a los ojos- Bjorn, cuando esto acabe, te prometo que te enseñaré todo lo que sé.

Sentía mis ojos llorosos, pero no quería llorar, quería que fuera una despedida limpia, solo hubo un abrazo, y una caricia en el pelo.

-Skyrim te necesita cariño...regresa con vida por lo que más quieras.

-No tengo planeado morir por un elfo estirado, por los nueve- le dio un beso a mi madre y comenzó a conjurar un hechizo, un portal se abrió y de él, un caballo esquelético salió, lo había visto muchas veces antes, pero siempre me pareció que si apariencia era demasiado tétrica- Lydia, nos vamos

Mi tía se acercó con su caballo marrón y montó sobre él.

-Si, mi señor- Mi tía me miro y me sonrió, no había muchas palabras que intercambiar más que la despedida.

Habían pasado semanas, casi meses desde que mi tía y mi padre habían partido a la guerra, escuchaba por las noches como mi madre lloraba desde la mesa principal, rezando a Arkay, Stendarr y Talos por que regresara con vida. Así fue nuestra vida durante un mes y tres semanas, hasta que un día, Lydia entro por la puerta.

- ¡Lydia! -Corrió mi madre a socorrerla- ¿Mi marido, está contigo? ¿Qué pasó? ¿La guerra termino? - Mi tía estaba paralizada, parecía que iba a colapsar, no dijo nada, solo saco de una bolsa el casco de papá, destruido y abollado por los golpes y calor de magia.

Al principio, mamá se tapó la boca horrorizada de lo que eso significaba, sus ojos empezaban a llorar y tomo el casco de papá, lo apoyo contra su frente y cayó al suelo desconsolada.

-Mjoll...yo...- fue interrumpida por mamá

-¿Qué fue lo que pasó?

Mi tía empezó a relatar todo lo que ocurrió durante la guerra:

Cuando llegamos, la situación parecía estar a nuestro favor, el imperio estaba con nosotros, Nórdicos, Imperiales y las demás razas unieron fuerzas para luchar contra los thalmor, teníamos la situación bajo control- trago saliva y continuó

Las flechas de los elfos de bosque caían sobre ellos, algunos orcos que decidieron apoyarnos también rompían las filas de los altmer, los elfos oscuros eran mortales con sus estrategias para provocar distracciones y grandes daños desde los flancos, pero era tu esposo y la elite nórdica lo que más muerte daba en el campo de batalla, Mjoll, su espada no dejo a ni un cerdo thalmor vivo.

Por un momento, parecía como si Lydia y mi madre se empezaran a animar, como esperando que el pasado y la historia hubiesen tenido un final diferente.

Pasaron los días y las semanas y los Altmer empezaron a darse cuenta de sus bajas, fue ahí sacaron su arma secreta, varios hechiceros y nigromantes empezaron a levantar Draugs y sacerdotes dragón que había sacado de tumbas nórdicas, pero esa no es la peor parte...un dragón, habían capturado a un dragón, Mjoll.

-Pero no entiendo cuál es el problema, mi esposo era la sangre de Dragón ¿qué sucedió?

Las fuerzas combinadas lograron con mucho esfuerzo derrotar a los draugs y a los sacerdotes, la pelea empezó a balancearse, habíamos tenido demasiadas bajas, pero ese dragón no era un dragón convencional, tu esposo lo dijo: "Ese no es un dragón que puedan derribar con flechas y hechizos, ese dragón es legendario y acabaremos todos muertos si no logramos hacer que esa cosa caiga rápido"

Los magos de Whinterhold que fueron convocados a la guerra dieron soluciones a ese problema:

"-Podríamos utilizar la magia de conjuración para traer a dremoras y atronach al campo de batalla

-G'zargo piensa que es muy arriesgado, no se sabe si el volumen que necesitaremos para derribar a esa cosa sea tan grande que se pierda el control sobre ellos

-El felino tiene razón, es demasiado arriesgado llamar a tantos daedra en un solo punto..."

Nuestras tropas empezaban a ser abatidas no solo por el reptil, sino por los thalmor que empezaban a recobrar fuerzas por los refuerzos. Se bajaron diferentes estrategias, pero todas involucraban un sacrificio demasiado grande que tu marido no estuvo dispuesto a tomar. Fue entonces cuando un portal de oblivion apareció.

Un ser resplandeciente, etéreo habló, y su vos se escuchó por todo el territorio

"- ¡Mortal!

- ¿Ante que príncipe daedrico debo postrarme? -dijo el Dovahkiin

-Mi identidad como príncipe daedrico no es importante, sino la situación en la que ustedes se encuentran, las suplicas de los mortales me ha traído a ti, te ofrezco mi poder, acéptame en ti y tu fuerza será suficiente para acabar con esa bestia y junto a ella, la guerra."

Tu esposo dudo, pero el panorama que nos rodeaba...donde si no eras asesinado por una espada entre pecho y espalda, lo serías por el fuego calcinante, fue entonces donde tu padre acepto- el daedra lanzo un conjuro que hizo temblar a todos en el campamento

Mi señor empezó a cambiar, su piel se tornó gris, sus ojos se inyectaron en una oscuridad y su furia se desbordaba por todas partes, comando a las tropas restantes para que atrajeran al dragón a tierra mientras que otras se encargaban de mantener a raya a los altmer, y lo mato, separo del cuello la cabeza del dragón... los thalmor decidieron retirarse a Summerset y nosotros declaramos la victoria, pero a que costo...

Durante el regreso de las tropas a Whiterum para festejar la victoria contra los altmer y la anulación del concordato blanco y dorado tu marido se encontraba peor. El hechizo no parecía desaparear, sus fuerzas cada vez eran menores, las heridas de la guerra no se curaban con ningún hechizo de sanación, por el contrario, supuraban pus, se moría en enfermedad

Hasta que un día solo desapareció, una mañana solo quedaba su camilla maloliente, su espada y el casco dañado por la guerra. Algunos soldados pensaron que fue el resultado de aceptar la carga que conllevaba ser adalid de los daedra, otros pensaron que era un castigo divino de los 9..."

-Mjoll, no sé qué sucedió, pero tu esposo descansa ahora en sovngarde...como el nórdico que era, su honor supera al de cualquier guerrero que se precie en Skyrim...estoy segura de eso.

-Ve a Whiterun y habla con Vingnar y Gray-mane...que mi esposo sea despedido en la cuenca, yo me encargaré de hablar con el resto de Jarls- mi madre se giró a verme, destrozada por las lágrimas, yo solo estaba impactado, no comprendía la situación, pero entendía que no era nada bueno.

-La guerra nunca cambia, leona... - recuerdo que mi madre tenía el título de Mjoll la Leona, por su fiereza en la batalla, pero hacia años desde que la llamaban así- la maldita guerra solo trae desgracia...y muerte...

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EL HIJO DE DOVAKHIIN

The Elder Scrolls: Skyrim El Hijo de DovakhiinOnde histórias criam vida. Descubra agora