One-Shot.

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Un rubio se encontraba caminando hacia su casa, en compañía de su novio.

—Tweek, mañana quisieras salir conmigo?

—M-Me encantaría, p-pero tengo que atender la cafetería.

—Qué? Pero...por qué?

—M-Mis padres s-saldrán y habrán muchos clientes.

El pelinegro suspiró y bajo la mirada. Detuvio la caminata. Se puso adelante de su novio.
Agarró la mano de Tweek y la besó.

Levantó la mirada y vió aquellos ojos verdes que tanto le gustan, con su otra mano acarició su mejilla, besó su frente y sonrió.
Craig Tucker no solía demostrar mucho su actitud mas pasiva, solo cuando estaba con Tweek podía demostrar millones de sentimientos ya que se sentía tranquilo al estar cerca de su chico especial.

—Te quiero.

—Y-Yo también.

—Eso sonó tan marica.—Dio una pequeña risa el pelinegro.

—C-Cállate.

—Obligame.—Dijo formando una sonrisa de lado.

El rubio tomó sus hombros, se fue hacercando hasta tener contacto con sus labios, formándose un beso, sus mejillas tomaron un leve color rojo. Sintió como su pareja posicionaba sus manos en su cintura y lo acercaba más.
Se separaron por la falta del aire y se abrazaron.
Continuaron caminando, al llegar a su destino el rubio sacó las llaves de su casa.

—M-Mañana ven, tengo un plan.

—A tu casa?

—A la c-cafetería.

Craig se acercó al otro y lo besó.
Fue un beso algo corto para el gusto de Tweek.

—Nos vemos mañana, te amo.

—Q-Que marica.—Dijo sonriendo.

—Tú haces que lo sea.

—Yo t-también te amo.

—No tomes mucho café.

—E-Esta bien.

Se dieron otro beso, al separarse el rubio entró a su casa y el de chullo azul se fue hacia su casa.
Tweek estaba pensando en lo que había dicho, no podía creer en lo que haría mañana, seguro lo iban a castigar. Ya que evidentemente sus padres no sabían sobre el plan que se armaba en la caveza de su hijo.
Pero por él valía la pena, realmente amaba a ese chico, incluso estaría dispuesto a que el gobierno lo raptara y lo decapite para luego vender sus organos, Tweek se estremeció al pensar eso, ya tenia dieciséis años, seguía alterandose y pensando incoherencias.
Entonces se le vino una pregunta.

—¿Q-Que le regalaré a Craig?

Agarró sus cabellos.

—Soy un p-pésimo novio, gah! N-No sé que le r-regalaré. Oh Dios mío!

Entonces sacó su celular, le temblaban las manos, fue un poco difícil agarrarlo, apretó unas teclas en el aparato y se lo posicionó en el oído.

San Valentín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora