Le gustaba pensar que era única. No lo era. Pero amaba pensar eso. Le gustaba disfrutar, no disfrutar cualquier cosa estupida, disfrutaba de la vida, las pequeñas cosas que tiene. Y hasta era divertido mirar el cielo por horas hasta que se oscurecía y las pequeñas estrellas aparecían y brillaban y hacían que el cielo negro se opacaba.
Solo en un momento... desaparece, así, sin más.
Gritos desgarradores que asustarían a cualquiera salían de su boca. Cualquier persona pensaría que estaba loca... no. Ella estaba enamorada.