Hacer enojar al jefe

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Ser mano derecha del encargado tiene sus ventajas; puedo levantarme un poco más tarde, por lo que me tapo por completo con las sábanas, de pies a cabeza. Me toco la nariz. Esta fría y me imagino que está roja.

Llegan y llegan mensajes de Whatsapp del trabajo, otra vez perdiron las putas llaves de la bodega. Son unas inútiles. Tengo que recordarles que las dejaron en el cajón y ya dejan de molestar. Argh. Mi pregunta es... ¿Por qué no molestan a Erwin?

Sin importarme nada más, puedo dormir una hora más. Gracias a Dios, porque casi nunca puedo dormir bien.
Cuando me levanto a darme una ducha, el reloj digital marca las nueve y quince minutos con numeritos en color verde, recuerdo que me lo regaló la mejor amiga que he tenido, una loca cuatro ojos llamada Hanji. Aunque diga que no la quiero, realmente es lo contrario.

Me visto con unos pantalones elegantes de color negro y una camiseta color blanca. Claro, no puede faltar el pañuelito que uso de corbatín. Voy a la cocina y sólo me como una manzana verde viendo noticias matutinas, atraparon un peligroso narcotraficante. Ya era hora que esos pendejos de la policía hicieran algo bueno por la ciudad.

Le envio un mensaje a mi madre diciéndole buenos días, seguido un corazoncito de color rojo y me pongo el abrigo, las nubes están amenazando con lluvia.

Salgo de mi edificio y me dirijo al centro comercial en mi auto. Si, trabajo en el centro comercial más grande de la ciudad. Trabajo en Jeager's Boutique. La tienda de vestidos más prestigiosa. Tiene sucursales por todo el país, al menos unas veinticinco.
Sus vestidos son realmente hermosos. Si fuera mujer les aseguro que me volvería loca con unos de esos y tambien lo digo por el precio.
Hay de todo tipos y colores.
De bodas, de graduación, de quinceaños, de gala, de cóctel. Como sea, cualquier infinidad.

Media hora después, estoy recibiendo un impetuoso abrazo, de la loca, está sujeta de mi cuello y sus piernas enredan en mi cintura.

-¿Puedes quitarte? Ya no puedo alzarte, estúpida.

-Ay, que amargado, enano -dice haciendo caso. -Ya te dije, necesitas tener sexo -Contonea sus caderas hasta la caja registradora, se arrecuesta en el mueble y saca su celular.

-No me jodas con es misma mierda de siempre... ¿Erwin?

-Lo siento, enano, pero tu amor no ha llegado aún. -Ruedo lo ojos.

Voy a la bodega y me encuentro con otra compañera. Sasha, está comiendo una tableta de chocolate. Dejo mi abrigo en el perchero.

-Pobre de ti si llegas a manchar un vestido. -Le digo y voltea a verme.

-No lo he hecho nunca y... -La dejó con la palabra en la boca y regreso con Hanji y el teléfono de la tienda suena.

-Yo contesto -le digo y me arrebata el teléfono

-Yo lo hago, enano. ¿Erwin?- me mira con una sonrisa pícara. -Ten es para ti -me pasa el teléfono.

-¿Qué?

-Levi -Su voz está ronca -Estoy enfermo. Y necesito un favor tuyo.

-¿Favor? -pregunto y Hanji da un grito digno de fanática. -No iré a cuidarte.

-Hay unos asuntos con Jeager. Unas cuantas reuniones. Necesito que viajes a Sina. -Dice seguido de un ataque de tos terrible. -Quiero que te vayas hoy en la tarde. Te quedarás allá unos cinco días, tal vez.

-¿Es una broma, no? -Vuelve a toser y yo apartó el teléfono de mi oído.

-¿Crees que estoy bromeando? Tengo una maldita gripe. Ayer una chica me contagió.

Hacer enojar al jefeWhere stories live. Discover now