Capítulo 1 |

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CAPÍTULO 1

"En ésta no. No me toca ser el que te ama..." Escribí en ese pequeño trozo de papel y lo dejé sobre la mesa. Dí un largo suspiro, y tomé mi móvil para teclear un mensaje a mi madre.

"Iré a Málaga en una semana y me quedaré una semana, ¿me recibirás?" escribí riendo un poco al final.

Dejé el móvil boca abajo mientras me recostaba en el sofá. Cerré los ojos un momento, y mi móvil sonó. En él, estaba el nombre de mi madre que estaba llamando.

—¿Qué tal estás?

—Estoy de lo mejor; este descanso me ha ayudado mucho. Tengo unas ganas inmensas de verlos a todos antes de regresar.

Nosotros también morimos de ganas porque vengas –dijo, y apuesto que estaba sonriendo– pero ya casi termina tu descanso.

—Eso sí; pero extrañé los conciertos, extrañé a mi legión de ángeles. Gracias a ellos estoy aquí.

Alice estuvo un tiempo acá –contó mi madre. Alice... Alice es una larga historia– estuvo en una casa de alquiler aquí cerca. Vino buscándote, dijo que había escuchado que estabas en descanso y que estaba por terminar; al parecer creyó que estarías aquí.

—¿Sí? –dije con un nudo en la garganta–; hace tiempo que no la veo, debe estar muy cambiada.

Demasiado –dijo riendo– tengo que colgar, ¿si? Te llamaré más tarde, adiós, te amo.

Después de haber colgado, volví a mi posición en el sofá. Cerré los ojos, pensando en ella; en Alice. Siempre la había amado, pero al parecer no se da cuenta.

Y, ahora no sé si aún la quiero y, no sé cómo reaccionaría si la vuelvo a ver.

El sonido del timbre de la casa me sacó de mis pensamientos, pero, ¿quién podría ser?

Miré por el ojo mágico y vi a un hombre con una mujer, aunque no sabía quiénes eran. El chico no me parecía conocido... y no veía bien la cara de la chica.

—Eh... ¿quién es? –pregunté desconfiado. ¿Y si eran unos secuestradores que venían por mi?

—¿Pablo? –preguntó una voz femenina que no me parecía conocida.

—Sí, soy yo –dije firme–; ¿quiénes son ustedes?

—Soy Alice –dijo y asentí apretando los ojos

Me quedé en silencio por unos segundos pensando quién era el chico con el que venía. Pensé que quizá sería su hermano, pero descarté eso cuando me giré a ver por segunda vez y vi a un chico un poco más moreno de lo que sería Ricardo, hermano de Alice.

—¿No abrirás o qué? –habló Alice. Enseguida abrí y se lanzó a mí para abrazarme.

—Hola –dije aún confundido... ¿qué hacía aquí y quién era él?

—¿No te alegra que esté aquí? –dijo al separarse, negué rápidamente.

—No, no es eso. Me alegra mucho –dije poniendo una sonrisa muy fingida.

—Él es Santiago –miré al chico, que tenía más o menos mi edad–, mi novio –dijo con una gran sonrisa y yo, seguía con mi sonrisa fingida–; Santiago, él es Pablo.

—Un gusto, Pablo –dijo estirando su mano para estrecharla con la mía. Entrecerré los ojos un poco y estreché la suya con un poco de coraje.

—El gusto es mío, creéme –sonreí– siéntense, adelante.

Eso hicieron.

Sinceramente, esperaba que se fueran.

—¿Quieren algo de beber? Tengo café, agua, cerveza, ron y vino –dije yendo a la cocina.

—Yo quiero café –dijo Alice– y él, vino ¿si?

—Claro, ya vengo –sonreí.

Fui a la cocina, di un largo suspiro y serví lo que me pidieron. Después, preparé mi mejor sonrisa y fui hasta ellos quienes se encontraban riendo, Dios sabe de qué.

—Aquí tienen –asintieron en agradecimiento.

—¿Cómo te ha ido, Pablo? –preguntó Alice, sonreí.

Me senté en el sofá, frente a ellos. Revisé mi móvil y le escribí a Lolo para que me llamara. Tenía que acabar con esto de una forma u otra.

—Muy bien –dije poniendo el móvil con el volumen alto, boca arriba–; ¿y a ti? ¿Qué tal te ha tratado la vida?

—Demasiado bien, de hecho, acabo de terminar la carrera de ar... –mi móvil sonó; sabía que era Lolo, así que le pedí disculpas y contesté.

¿Para qué querías que te llamara? –preguntó Lolo.

—Oh, sí... ¿en cuánto tiempo nos vemos?

¿Vernos de qué?

—Tardaré 30 minutos en llegar... ¿te parece en una hora? –dije revisando el reloj en mi muñeca–; llega puntual.

¿Puntual a qué? –dijo sin entender. Si él hubiera hecho lo mismo sin explicarme, tampoco hubiese entendido.

—Vale, te conozco –reí–; no, no molestas. Estoy disponible, claro. Ahí nos vemos.

Ambos me miraron mientras bloqueaba el móvil; me giré a verlos.

—Acaban de llamarme... tengo que salir –dije rascando mi nuca. ¿Qué demonios había hecho?– espero que no les moleste.

—Claro que no, entiendo –dijo Alice terminando su café; y Santiago bebió el vino–; espero que después volvamos a vernos antes de que regreses –asentí.

—Claro, ¿por qué no? –sonreí.

Alice se levantó y llevó la taza y la copa al lavaplatos; fui tras ella.

—Fue un gusto, Alice –sonreí– siento que tenga que salir.

—No hay problema –sonrió–; me alegra haberte visto de nuevo –dijo lavando lo que ensució, después secándose las manos– hasta pronto –me dio un beso en la mejilla.

—Hasta pronto –sonreí viendo cómo se iba hacia la sala–; iré a bañarme, saben dónde está la puerta –dije sin quererlo. Y realmente yo no soy así, pero verla con él, me dio mucha rabia que actué de un modo que ahora que lo pienso, no fue el mejor.

—Adiós, Pablo. Fue un gusto y suerte con tu regreso a los escenarios –gritó Santiago.

—Sí, gracias –grité un poco más bajo que él.

Después oí cómo cerraban la puerta. Lo que quería decir que ya se habían marchado.

Enseguida, fui al sofá y busqué mi móvil para escribirle a Lolo.

"Hey, lo siento."

"Sí, viejo. No hay problema, ¿pero por qué?"

"Tenía una visita indeseada."

"Jaja, entiendo."

"Gracias por salvarme, jaja."

"De nada, hermano. Aunque eso pudiste escribirme primero. Creí que estabas borracho, jaja."

No contesté y decidí dormir un poco.

¿Por qué venir?

¿Por qué con él?

En ésta no ; Pablo AlboránTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon