Capitulo único

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a camnz  y esta historia fue beteada por Ilwen Malfoy.

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Draco se recostó sobre su asiento en la clase de Pociones; odiaba Pociones, en realidad odiaba todo. Él había llegado temprano, habiendo venido desde la Sala de Menesteres a esa mazmorra frígida. Observó cómo Granger entraba en el aula seguida de sus dos lacayos. Su cabello rebotaba en su despreocupada naturaleza enmarañada. Ella lo ignoró. Se sentó en su asiento de espaldas a él, y le respondió algo al idiota de cabello rojo.

Apretó los labios y le clavó los ojos en la espalda, instándole a que se girara. Pero ella se negó, ignorándolo. En cambio, se volvió hacia su compañero, sonriendo. Odiaba esa sonrisa que le dirigía a sus seres más cercanos y queridos.

—Draco... —saludó Blaise, sentándose a su lado.

—Jodete, Blaise —dijo sin apartar la mirada de Granger. Si seguía mirándola fijamente, ella se voltearía y lo reconocería. Aún no había sucedido, era como si él no existiera para ella.

Potter se dio vuelta y lo vio, su ceño fruncido formaba profundos surcos en su frente y alrededor de su boca. Potter siempre estaba observándolo, pero Potter no sabía lo que le había hecho a su preciosa princesa, ya estaría muerto si lo supiera. Sería sólo cuestión de tiempo, Potter sacaría su varita y todo terminaría. Las personas pensaban que Potter era un gatito, pero no lo conocían realmente. Era un asesino, él simplemente aún no lo sabía. Y dadas las posibilidades, él podría ser su primera víctima. Sería comprensible teniendo en cuenta lo que le hizo. Realmente se lo merecía.

Ella todavía lo ignoraba. Él seguía mirando fijamente, pero tenía que apartar la vista. Potter seguía viéndolo y no estaba en posición para salir bien librado de un duelo.

Los ojos brillantes de Snape estaban sobre él, como a cada momento del día, observando todo, reportando a su amo. Odio a Snape. Los odiaba a todos ellos, incluso a ella. Todos estaban unidos para hacer un mundo de mierda. Dumbledore, el gran mago, una mierda. No podía ver lo más obvio del mundo, merecía morir por pura estupidez. Era como si estuviera en las vías del tren preguntándose qué era ese ruido. Simplemente no podía sentir lástima por personas así.

—Estamos empezando, Draco. Corta esto. —Blaise empujó algo y él lo ignoró. —Haz algo, Snape te está mirando.

—Vete a la mierda, Blaise.

Quería dormir, pero no podía. No podía recordar la última vez que durmió. No quería regresar a la sala común, su perra y demente tía lo incordiaba por la chimenea a cada segundo del día... ¿Has terminado? ¿Qué le has hecho al armario? preguntaba todos los días. Sabía que estaba emparentado con ella, pero realmente la quería muerta; lo haría él mismo si tuviera la oportunidad.

Y su padre estaba... desaparecido. El mundo se convirtió en una mierda y había un completo silencio por parte de él, estancado en Azkaban, siendo inútil para ellos. Nada de eso debería haber sucedido, todo había salido mal. Se suponía que estaba en la cima del mundo, de este mundo, pero todo había terminado mal.

—Vas a reprobar. —insistió Blaise. Draco podía oír la desesperación en su voz. Por un segundo pensó que Blaise lo sabía, pero estaba hablando del inútil ejercicio.

Draco rió. Como si eso importara. Ya no importaba nada. Los ojos de Snape lo miraban fijamente, pero el hombre mayor no decía nada, nunca lo hacía.

Draco miró alrededor de la habitación, a las personas allí. Él sería el precursor de la destrucción de todos ellos, de todo eso. Terminaría con todo, y por ende, había una buena probabilidad que algunas de esas personas murieran en el proceso. Los ojos de Snape lo miraban bajo su cabello grasiento. Lo que daría por enviarle un doloroso maleficio para chamuscar su pomposo culo. Pero no podía, tenía que seguir el plan. Era la única manera de salvar a su madre. Lo único que tenía ahora. Tenía que salvarla y si el mundo se quemaba en el proceso no le importaba. Nunca escogió esto, todo se lo impusieron. No habían hecho nada para detenerlo cuando era demasiado obvio. ¿Cómo podría alguno de ellos esperar que Voldemort no lo usara para sus fines? Hasta un imbécil podría deducirlo.

Un regalo lamentableWhere stories live. Discover now