CAPÍTULO 1

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Cerró el libro de Leyendas y Rimas escrito por Bécquer a la misma vez que también ocultaba sus ojos entre la almohada.

[...]

Se levantó con la respiración entrecortada, tratando de resuperarse para volver a sentirse en una realidad de la que había pasado más de ocho horas totalmente alejado.

Cuando su respiración y en general todo su cuerpo entró en normalidad decidió ponerse las zapatillas y la chaqueta, e incorporarse poco a poco a pesar de que el sudor frío del nerviosismo aún recorría su cuerpo.

Trataba de analizar lentamente su sueño, aunque su cara expresaba más una pesadilla. Comenzó a caminar y a mirar a ambos lados una y otra vez, como si en cada segundo cambiasen los objetos y los colores de lo que observaba...

Su madre le clavaba la mirada atenta a cada uno de sus pasos incontrolados y tambaleantes que en unos minutos se detuvieron... y cayó al suelo provocando un gran estruendo.

[...]

- Marcos, hijo... despierta. ¡Marcos!- gritaba la madre desesperada- despierta hijo, despierta...

- ¿Mamá? ¿ Dónde estoy?

- ¡Marcos! Hijo estamos en el hospital – dijo preocupada- esta mañana te desmayaste y parecías muy cansado...

- No dormí bien, pero estoy bien no te preocupes. Vámonos a casa.

- Tu cara no dice que estés bien.

- Mi cara no puede hablar. Vámonos.

- Hijo, cálmate. Sólo te harán unas pruebas y nos vamos.

- Si...

Marcos abrió una pequeña ranura de la puerta. De lejos le pareció ver al médico comentarle algo a su madre. Sin embargo, cuando ella llegó a la habitación, no le preguntó nada. Simplemente calló y se fueron del hospital, aunque su madre mostraba un rostro pálido y apagado. Parecía haber entrado en un estado de shock...

- Mamá, ¿te ocurre algo?

- Estoy bien, tranquilo. ¿ Estás ya mejor?

- Sí, yo sí...

Mantuvieron un silencio incómodo durante varios minutos.

Cuando llegaron a su casa, Marcos subió a su habitación. Se encerró como de forma habitual y colocó sus auriculares en sus oídos. Subió el volumen hasta cuarenta, (el máximo) y cerró una vez los ojos...

- ¡No te vayas, no te vayas! ¡No me dejes!

Despertó nuevamente agitado, con el pulso acelerado y sin poder controlar sus acciones.

Cuando consiguió calmar un poco esa situación hizo un intento de mover su brazo derecho para alcanzar un cuaderno y un bolígrafo.

Comenzó a escribir una especie de carta....


   Querido futuro...

Te escribo desde un pasado que probablemente recordarás.

Te escribo sabiendo que cuando leas esta carta, llegará a tu mente la imagen de un chico inocente, sensible e imbécil que escribe sobre su más pasado tiempo. Sobre su infancia...

Te escribo con un bolígrafo bic azul, si, de esos más simples de los que ahora pocos de mis "compañeros" compran para clase.

Marco lentamente cada letra escrita en estas páginas con toda la fuerza con la que puedo empujar el bolígrafo sobre el papel.

SOLO MIRA DENTROWhere stories live. Discover now