Dulce Presente

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-¿Qué es esto?- Preguntó con curiosidad Teito viendo la colorida bolsa de papel que Mikage le extendía.
-¿Qué más va a ser? Un regalo.- Respondió con obviedad el rubio.
-¿Un regalo?- Repitió con duda. -¿Por qué?- El chico de herida mejilla mostró una decaída expresión por la nula emoción por parte de su amigo. Enseguida recuperó su sonrisa e insistió con entregarle su presente.
-Porque somos amigos.- Su respuesta cambio la monótona expresión de Teito por una de duda y sorpresa. No quiso cuestionar más a su amigo y tomó la bolsa. El contenido parecía pequeño, tenía un peso ligero. -Hay clase práctica, nos vemos al final del día, Teito.- Se despido con una alegre sonrisa. Él asintió y se fue por otro camino. Se dirigió a las arenas para continuar sus entrenamientos militares.
El ruido del agua correr era lo único que llenaba el cuarto de baño, Teito miraba como aquel transparente líquido se iba por el lavamanos, pequeñas gotas sobrantes de agua goteaban por su rostro y cabellos rebeldes que caían ante el peso del agua. Volvió a acumular agua entre sus manos y enjuagó su boca por séptima vez, la sensación de asco aún no desaparecía por más que se enjuagase. Su nariz aún podía olfatear aquel olor nauseabundo de la sangre ajena y podía ver sus manos teñidas de carmesí. Escuchó la puerta ser tocada con brusquedad y aquel estruendo lo sacó de sus pensamientos.
-Tres minutos, Teito Klein.- Escuchó a su escolta con un agresivo tono.
Cerró el grifo y seco su rostro con la toalla enredada en su cuello. Se volvió a su casillero y cambió sus ropas por el uniforme de la academia. Al tomar su chaqueta, la bolsa que había recibido de Mikage cayó al suelo. Lo levantó de inmediato y salió de ahí ocultándolo entre sus ropas. Fue escoltado hasta la academia por ambos oficiales y de inmediato se dirigió a su lugar de descanso, como era de esperarse, eran unos pocos los que habían llegado, muchos aún se encontraban en sus clases. Se dirigió a su sección y abrió el armario para cambiar sus ropas. Una vez se hubo cambiado, subió a su cama para revisar la bolsa de extravagante color. Un olor dulzón fue lo primero que percibió al abrirlo, de inmediato metió la mano y sacó el contenido, lo primero en salir fue un sobre de carta. Abrió y sacó una tarjeta de pequeño tamaño, escrito a mano tenía sólo un par de palabras: "Feliz San Valentín, mi querido amigo." no evito un gesto de confusión, pero tampoco se negó a la sonrisa que le provocaba lo último escrito, ser considerado un amigo le emocionaba, pues el título lo igualaba al sentido de una familia que él carecía. Continuó sacando el último objeto en la bolsa, era plano y largo, parecía estar envuelto en una especie de papel metálico muy fácil de moldear. No necesito de mucha fuerza para romper aquel papel, abriéndose paso a dos pequeñas tablas levemente deformadas con división en cuadros, su dulce olor y su poca resistencia al calor de sus dedos le invitaron a probar y partió con facilidad la tabla dividida a un trozo que cupiese con facilidad en su boca. Abrió los ojos con asombro al sentir tan suave sabor inundar su boca. Las náuseas que había tenido minutos atrás habían desaparecido, lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, él mismo no podía explicar la razón, por más que las intentaba remover con su manga, estas persistían en salir. En ese momento Mikage caminaba agotado hacia su sección para prepararse a dormir, la figura de su amigo encima de la cama no pasó desapercibida para el rubio y sonrió con cansancio.
-Teito, ¿ya estás aq-? ¡Wah! ¿Qué te ha pasado?- Preguntó alarmado por ver a su amigo en ese estado, de inmediato subió a la cama olvidándose de todo su agotamiento. Pero antes de bombardear con preguntas observó como su regalo había sido abierto, su preocupado rostro se relajo y mostró una amable sonrisa. -No llores, ¿tan malo estuvo un chocolate comprado?- Preguntó con vergüenza. Teito negó de inmediato a sus palabras.
-No estoy llorando.- Sollozo con vanos intentos por detener su llanto. Mikage no dijo más y se dedico a abrazar a su lagrimeante amigo.

Omake

En cuanto se hubo tranquilizado, envolvió el regalo de nuevo y lo oculto bajo su almohada.
-Mikage.- Llamó la atención de este mientras bajaba de su cama.
-¿Si?- Preguntó parando de bajar y quedando sobre su colchón.
-¿Qué es San Valentín?- Cuestionó enseñando la tarjeta que venía dentro de la bolsa.
-¿Eh?…

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