Si sólo pudiera... [Tree bros One-shot]

Único

"Querido Evan Hansen,

Resulta que este no ha sido un día asombroso después de todo. Tampoco va a ser una semana asombrosa o un asombroso año porque ¿por qué iba a serlo?

Lo sé, porque está Zoe, y todas mis esperanzas están puestas en ella, quien ni siquiera conozco y no me conoce. Tal vez si sólo pudiera hablar con ella... Tal vez nada sería diferente. Ojalá todo fuera diferente.

Ojalá formara parte de algo. Ojalá algo de lo que dijera le importara a alguien. Quiero decir, admitámoslo ¿acaso alguien se daría cuenta si sólo desapareciese mañana?

Sinceramente,

Tu mejor y más querido amigo, yo".

Evan le dio al botón de imprimir sin más. Sin pararse a leer. Sin fijarse si había alguien más.

Cuando se giró en la silla se topó con Connor Murphy. El rarito. El drogata. El suicida. El violento. El solitario. El que no hace más de unas horas lo había tirado al suelo. El hermano de la chica que había mencionado en su carta.

"Así que... ¿qué te ha pasado en el brazo?", preguntó el chico de pelo largo señalando su escayola.

"Um, me caí de un árbol en realidad", dijo Evan sin mirarlo y tartamudeando un poco.

"Vaya, eso es lo más jodidamente triste que he escuchado".

"Lo sé", contestó Evan con una risa nerviosa.

"Nadie te ha firmado la escayola", observó.

"Lo sé", repitió Evan aún con la mirada en el suelo.

"Entonces yo lo haré".

"Oh, no tienes por qué-

"¿Tienes un rotulador?", ordenó más que preguntó.

Evan asintió y sacó uno negro de su bolsillo, extendiéndoselo a Connor. Él agarró el brazo de Evan con algo de fuerza, lo que hizo que el susodicho soltase un quejido. Sin mirarle Connor escribió su nombre en letras grandes. Como si quisiera que todos lo vieran. Como si...

Como si supiera que nadie más iba a firmar.

"Ahora ambos podemos pretender que tenemos amigos", dijo satisfecho.

Evan mostró una tímida sonrisa.

Tal vez pudiera ser un gran día.

"Por cierto... ¿esto es tuyo?". Connor se volvió a Evan sosteniendo un papel. Un. Papel recién sacado de la impresora. Una carta. Su carta. Evan sintió que el mundo se le caía encima.

"¡No!". Pero Connor ya estaba leyendo.

"Querido Evan Hansen... ", leyó. Y su voz fue cayendo mientras leía la carta y fruncía el ceño.

"N-no es lo que parece".

"Tiene tu nombre. Y el de Zoe", hizo una pausa para mirarlo con furia. Evan retrocedió. "¡Eres como todos! ¡Esto es otra broma pesada! ¡No pienso aguantar nada más! ¡¿Me oyes?! ¡Nada!". Y salió dando un portazo que hizo temblar la sala.

Así como Evan temblaba.

"Lo siento" susurró mientras lágrimas caían y se rascaba el brazo al punto de hacerse sangre.

Si sólo pudiera...

Recordó el día que rompió su brazo. Cómo anhelaba ser parte de algo. Cómo quería pasar esa tarde con alguien. Cómo quería un amigo, o algo más. Cómo necesitaba ser encontrado. Cómo cuando no lo fue se vino abajo. Cómo escribió Zoe cuando quería poner otro nombre.

Y siguió llorando.

Si sólo pudiera...

Connor corría con los dientes apretados. Estaba cansado. Estaba roto. No podía más.

Zoe.

Siempre ella. Siempre la perfecta. La imperturbable. La preferida. La que no lo conocía. La que lo odiaba. La que tenía razones para hacerlo.

Evan.

Creía que estaba tan solo como él. Creía que se podrían ayudar mutuamente. Creía... Creía que podría conocerlo. Pero a Connor nadie lo conoce. Sólo conocen a Zoe.

Y esa carta... parecía que Evan estaba tan solo como él. Pero nadie lo estaba. Y Connor corría. Le importaba poco la escuela. Quería paz. Necesitaba paz. La anhelaba. Y cuando llegó a su casa y se encerró en el baño sacando todas las pastillas, estaba tan desesperado por tenerla que con las lágrimas no vio ni quiso ver qué tomaba. Simplemente lo hizo.

Si sólo pudiera tener paz.

Ese día dos corazones se resquebrajaron aún más. Uno dejó de latir y otro quiso dejar de hacerlo. Uno decidió acabar y otro decidió que estaba en deuda. Uno quería dejar de amar y otro anhelaba hacerlo. Uno obtuvo lo que quería y otro se hundió en su mentira.

Porque si sólo pudiera decirle lo que sentía...

Si sólo pudiera hablar, todo cambiaría.

Pero, a veces, la historia no cambia.