Parte única

1.7K 251 40
                                    

Quizá fue por el impulso de Seokjin al tocar su espalda baja, o por las miradas que se venían dando hace mucho tiempo, no lo saben. Pero ahora sus bocas encajan tan bien que parece imposible que hayan estado tanto tiempo sin estar una sobre la otra. Las contexturas chocan y se mezclan con fuerza transmitiéndoles suavidad, irónico en verdad. De pronto se vuelve una lucha por el dominio, no necesaria en realidad, porque incluso si nunca antes se plantearon sus roles en el sexo con otro hombre ahora tienen definido que no importa quién sea sino que ambos disfruten por igual.

Va marcándose un ritmo entre lento y feroz, en medidas similares, se vuelve todo como un danza puramente erótica donde el calor va subiendo y la ropa de pronto va sobrando. No saben cómo pasó, si hace momentos estaban cocinando, ¿Cómo terminó todo así? Manos en todas partes y ropa siendo repentinamente molesta, como nunca antes. No tienen idea, y quizá ya no importe, están besándose, eso es todo.

Seokjin toca todo cuanto sus manos le permiten, el torso de Hoseok está bien trabajado tal como se lo imaginó, porque sí, son compañeros, pero el bailarín es tímido y no ha tenido oportunidad antes de ver el cuerpazo que se carga. Bendito sea el baile y el dios que hizo a Hoseok amarlo tanto. Sus manos se tornan ya demasiado inquietas, no pueden detenerse en un sólo lugar aunque sus bíceps sean tentadoras a morir, quiere tocar hasta hartarse, tocar y tocar. Se desliza por su espalda baja, ese punto que lo empezó todo, cuando el menor estaba recogiendo algo en el piso y de pronto se le dio por ser lo más tentador del mundo a ojos de Seokjin; de ahí desciende a su trasero y contornea lo que puede, presiona y deja caricias suaves, todo mientras sus labios parecen haberse fusionado de manera irreal. Pero para desgracia de ambos existe el oxígeno, y sin ello podrían morirse, y si se mueren no hay más besos peligrosamente adictivos a la primera.

Incluso con la distancia, ningún balde de agua fría parece caérseles encima, por lo que sus labios vuelven a unirse, esta vez solamente de manera feroz. Las lenguas ahora consumiéndose entre ellas, haciendo que la saliva escurra por la comisura de sus labios. Para Seokjin un sabor a menta, probablemente por el chicle mentolado que comió durante el descanso en las prácticas para la nueva coreografía; para Hoseok un sabor a miel que le endulza todo.

Las manos del bailarín también son incontrolables, más ágiles quizá, moviéndose de forma certera, como si supiera cómo y dónde tocar. Éstas se prenden peligrosamente en los hombros del contrario, luego bajan hacia la cintura y aprietan con cuidado casi nulo, como si fuese a voluntad tal acto repentino de atrevimiento. Cuando sienten que sus pantalones se estremecen demasiado juntan sus pelvis, creando así una fricción gustosa. Tal acto les deja al punto justo antes del clímax. El aire vuelve a escasear y tienen que separarse nuevamente, con quejidos silenciosos.

Cuando toman aire de nueva cuenta, están listos para ir más allá; más besos, más piel y muchas más manos inquietas.

—¿Hyung, la cena ya está lista? —Jimin pregunta casual, ajeno al calor emanando del cuerpo de sus dos mayores.

Seokjin se arroja agua encima y Hoseok procede a abanicarse con sus manos. Por suerte se separaron a tiempo, justo antes de que los últimos pasos de Jimin lo mostraron en la entrada de la cocina.

—En un momento —responde, y gracias a los cielos no se oye agitado.

Jimin parece dudar de algo, pero pronto niega para sí mismo y se marcha por donde vino. Hoseok parece querer imitarle, a diferencia de que él quiere salir corriendo y no precisamente por donde vino, sino a un lugar mucho más lejano.

—Tú no te vas —le advierte el mayor—. Quédate a ayudarme.

Por el rostro del bailarín se puede intuir que se ha decepcionado un poco.

—Lo de ahora —le dice el más alto—, quiero repetirlo.

Hoseok con el rostro rojo como su cabello, asiente energéticamente.

—¿Necesita ayuda en algo más?

.
.
.

No me vayan a pegar, por favor. (?)

HELP | JINHOPEWhere stories live. Discover now