Niebla

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**El siguiente relato ha sido coescrito con "bautista19298", turnándonos un párrafo cada uno. Las quejas, pues, a pachas entre los dos**


Estaba en lo alto de un monte, no recordaba como llegué allí, ni siquiera recordaba el nombre de mi perro, quizá no tuviera perro. En el horizonte sólo se extendían kilómetros y kilómetros de la niebla más espesa que jamás he presenciado. No logré reconocer ninguna otra estructura más que un pequeño campanario en la lejanía. Decidí que mi mejor opción era dirigirme a ella.

Recuerdo que tras varios pasos ciegos mi pie se encontró con una raíz gorda hundida en el suelo y caí en redondo. Al caer de bruces de percaté de que tenía una herida profunda en la mano, la cual estaba vendada de mala manera con una cinta sucia y húmeda. Intenté en vano recordar, pero solo me vino a la cabeza la silueta de un perro. ¿Tenía perro? ¿Lo quería? ¿Cómo puede olvidarse un sentimiento así? No quería entretenerme demasiado, pues no sabía a qué me enfrentaba en absoluto, así que seguí andando. Cuando me encontraba a unos veinte metros del campanario vi una figura encapuchada y ataviada con ropajes antiguos armada con una lanza custodiando el gran portón. Tuve una idea de inmediato, aunque claramente tendría que jugarme la vida. Pero, ¿para qué está la vida si no es para arriesgarla?

Así que me armé con todo el valor que mis fobias me permitieron, y también con un poco de "especias" lo único que quedaba limpio de mis pantalones (que casualmente sólo estaban sucios, al contrario que el resto de mi ropa que desapareció completamente). Me dirigí directamente hacia esa figura con completa determinación. Cuando me hallaba a escasos pasos de la figura me fijé en una extraña silueta que se encontraba bordada en sus ropajes. ¿Eso era un perro? ¿Sería mi perro? Bueno, en el caso de que tuviera. Una vez noté que se había percatado de mi presencia, por mi mente sólo rondaba una única pregunta: "¿Ese perro es tuyo?"

"¿Ese perro es tuyo?" –le pregunté. Pareció no hacerle gracia el chiste, pues apuntó su lanza hacia mí firmemente. Cuando pude ver brevemente la parte inferior de su rostro tuve una sensación extraña y me vino a la cabeza la palabra relámpago, a saber por qué. ¿Quién vive aquí? ¿Tienen...un perro aquí? A estas preguntas no hubo respuesta. Yo tenía un pedruscón preparado en mi mano, escondida tras mi espalda en caso de que tuviera que jugarme la vida, pero entonces pensé en la diplomacia. ¿Qué haría Brian Boitano?

Empecé a tener recuerdos sobre situaciones irreales en las que personas, que jamás he visto, hacían esa misma pregunta. Cuando salí del mar de mis recuerdos ya era demasiado tarde, la extraña figura me había atrapado y encerrado en lo que supuse que era la edificación que custodiaba. Estaba oscuro y olía a perro mojado, aunque el ambiente estaba seco. A mi espalda sólo había una pared de ladrillo, y a mis laterales me encontraba rodeado por grandes muros de hormigón llenos de grafitis, todos a la altura de la boca del perro de la túnica de aquél ser. Así que decidí avanzar en línea recta, durante interminables horas, no me esperaba que aquello fuesen tan largo. Finalmente llegué a una puerta de lata con cogollos incrustados, lamentablemente no tenía un mechero a mano, decidí abrir la puerta...

Lo que vi allí fue decididamente aterrador: en el centro de la habitación casi por completo llena de sangre había un border collie mordiendo y destrozándole el cuello a un hombre que parecía un guardia. Tirados por todas partes en la habitación, otros diecisiete cadáveres dejaban ver sendas mordeduras en los cuellos también. ¿Este perro había matado a todos los guardias? ¿Era casualidad que todos hubieran muerto por heridas en el cuello? ¿Ese era mi perro? No podía recordarlo por mucho empeño que le pusiera, así que, en contra de todos mis instintos, me acerqué al perro. "Eh, chico, ¿me reconoces?" El perro vino hacia mí corriendo de alegría, con sus fauces ensangrentadas dándome lengüetazos en la cara. Parecía que él sí me recordaba a mí. Cuando le miré su collar en forma de hueso pude encontrar su nombre: "Relámpago".

"¿Cómo has llegado aquí? ¿Qué es todo este alboroto?"

En ese mismo momento cayó una ardilla del techo, iba con un yelmo que le cubría la cara. Una vez cayó, Relámpago se puso firme observándola, ella se quitó el yelmo y se puso en pie como si fuese una animal bípedo, comenzó a caminar hacia mí. Me quedé pasmado y no pude articular palabra o actuar. Empezó a hablar, en un idioma que desconozco aún a día de hoy, pero articulaba como si fuese una persona, me miraba fijamente a los ojos durante todo su discurso. Tenía una voz profunda y penetrante, casi parecía que me hablaba desde el interior de mi apéndice. Tras su discurso se dio media vuelta y se largó, Relámpago me miró apenado y la siguió hasta perderse ambos en la lejanía tras saltar por una pequeña ventana.

Me miré la mano otra vez. La herida había desaparecido, pero ahora no podía quitarme esa estúpida letanía de la ardilla de la cabeza. Casi la podía recordar con toda exactitud, fonema por fonema, cada palabra sin sentido. Así que, llegados a este punto en el que no sabía qué hacer, las pronuncié en voz alta. El resultado era de esperar: ante mí se abrió un portal que parecía tragarse con su fuerza invisible todo lo que se interponía en su camino. No tuve mucho tiempo de reaccionar, y en un abrir y cerrar de ojos todo fue luz, intermitencias y de repente, un trono de marfil sobre el que estaba sentado, cual rey sentado en su trono, Relámpago.

Entonces lo vi, todo tenía sentido, Relámpago no era mi perro, yo era su perro. Lo comprendí todo, por eso estaba en el monte, había salido de caza con él y me había perdido. Mató a sus guardias porque me habían perdido la pista, y el guardia me arrojó así en su estancia, estaban todos muy preocupados. Relámpago organizó un gran banquete para celebrar mi vuelta, me pusieron caracoles de la mejor calidad y me los comí tan rápido que me dio dolor de barriga.

Todo seísmo guarda una réplica para aquellos demasiado confiados. El dolor de barriga degeneró en un melanoma malsano que tuvo que revisarme un doctor perruno especializado: me detectaron un sida muy desarrollado que me pudrirá por completo en cuestión de un par de semanas. A los que leéis esto, si algún consuelo podéis encontrar, es no dejaros llevar por la niebla. El pasado son solo los errores que podemos recordar de él. Los errores del futuro son los que importan. Las heridas que vendrán. Por eso hay que procurar vivir la vida a lo Brian Boitano antes de que te pillen un sida desarrollado por culpa de una indigestión de caracoles en mal estado.


***FIN***

NieblaWhere stories live. Discover now