No es casualidad que cuando te enamores te lance una flecha Cupido, porque cuando te enamoras no solo hay amor, también hay dolor hundido. Y es que no importa si esa flecha la lanza Katniss o Cupido, si es una flecha siempre tendrá un hiriente filo. Quizá esa es la razón por la que no me atreví a hablarte, tanto te quería que no iba a ser yo el encargado de decepcionarte. El problema es que por no desapasionarte perdí la oportunidad de cuidarte, por ocultarme en un afán de respaldarte te hicieron daño en tu corazón ahora inoperante. Quizá sea hora de salir de mi estandarte y no parar hasta encontrarte, pero no se ni como localizarte ni como tratar con semejante armonía de arte. Llámame cobarde por no saber escribir claro y por perseguir la oscuridad del buaro; pero el miedo a ser rechazado supera con creces el valor de ser amado. Nos refugiamos en la idea de que el amor llegará solo, así evitamos luchar por corazones fríos como un polo. Pero lo único que hacemos es retrasar lo inevitable, porque por amor se lucha solo, créeme que nadie te echará un cable. Olvidas la cosa más importante, en esta vida somos todos mortales, más te vale luchar y no perder las oportunidades. Y es que solo con pensar en el hecho de poder tenerte, aumentan progresivamente mis ganas de quererte. Y así te empecé a querer, como quien quiere aprender a querer y termina queriendo sin querer.
