l a в e ѕ т ι a

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La naturaleza hacía ruido por su cuenta, algunos animales caminaban tranquilamente y hacían crujir sin piedad alguna las ramas y hojas por debajo de sus patas, a lo lejos, podías escuchar el arroyo correr acompañado de aquellas dulces melodías que componía el agua al chocar contra las rocas, el cielo estaba teñido de un azul bastante hermoso, y las hojas de los árboles oscurecían un poco el bosque, pero no del todo, le daba ese aire tan mágico que siempre tenía. Esa mañana se dispuso a recorrer el bosque, como todos los días. Su trabajo era proteger el bosque y a todas las criaturas que lo habitaban, su trabajo era mantener todo en orden. Muy pocas veces, se encontraba en la situación como en la que se encontraba ahora mismo.

Una chica estaba ahí, ya la había notado un par de veces hace algunos días, a ella le gustaba ir a devorar los libros hasta que anochecía y regresaba a casa, pero esta vez, ella estaba colgada de un árbol con una soga alrededor de su cuello. Su cuerpo sin vida hacía un movimiento levemente oscilante con la brisa, su piel pálida, su rojizo cabello cayendo por su rostro, una expresión completamente vacía, y unos ojos grises sin pizca de un alma dentro del cuerpo, tenía la nariz rota, y podía notar que por sus piernas resbalaba un fluido, probablemente fluido que su cuerpo ya no pudo retener al saltar de la rama y dejar que la soga le arrebatara la vida.

Sus curiosos y serios ojos recorrieron el cadáver de la chica con cuidado, probablemente se había suicidado la noche anterior, mientras él dormía.
Se acercó con cuidado, sus manos tomaron las de la chica, y un suspiro se escapó de sus labios.

—Lo lamento...

Susurró con cuidado, ni siquiera sabía por qué pidió perdón, pero lo hizo. Desató la soga de su cuello y el cuerpo de la chica cayó pesadamente sobre sus brazos, la atrapó. Lentamente, se puso de rodillas en el suelo y el cuerpo de la chica hizo lo mismo, era demasiado joven, demasiado bella para morir. La recostó en el suelo y una vez más se quedó observándola con aquellos peculiares ojos tan llenos de curiosidad.

Los humanos eran así, se dejaban dominar por todas las emociones que demandaban a gritos reinar por sobre todos sus impulsos, y cuando dejaban que éstas tomaran el poder, cometían todo tipo de locuras.

El suicidio era una de ellas.

Escuchó un ruido detrás de él, pero ni siquiera se preocupó por voltear, sintió el resoplido del ciervo sobre su nuca y como el animal se colocaba a su lado, se acercó a él, y apoyó la cabeza en una de las patas del ciervo, abrazando sus rodillas mientras observaba al cadáver frente a él.

—¿Por qué crees que se quitó la vida?... —Le preguntó al ciervo y lo miró, el animal hizo lo mismo, observándolo con sus ojos completamente negros, volvió a soltar un resoplido y él tuvo que cerrar los ojos para que la mucosidad del animal no le salpicase sobre éstos.

Suspiró, su voz sonaba un poco opacada a causa de la máscara que le cubría el rostro. Ramas crecían por todo su cuerpo, siendo las más largas las que se encontraban sobre su cabeza, simulaban ser una gran cornamenta que cambiaba sus hojas y colores dependiendo la época del año, sus brillantes y peculiares ojos eran fáciles de reconocer debido a su hipnotizador color rojos, iguales a un par de rubíes, o a un par de frutos rojos. La máscara que cubría su rostro y su rubio cabello era la calavera del cráneo de un ciervo. La apariencia que tenía le hacía honor al nombre que los humanos le habían otorgado.

La bestia.

Estiró una de sus manos y tocó el vientre de la chica por sobre su vestido, lentamente, pequeñas raíces y todo tipo de plantas comenzaban a consumir el cuerpo de la chica, reclamando el espacio que les pertenecía, volviendo al cadáver de la chica parte de ellos, parte del bosque.

Nadie merecía tener una muerte como esa. El suicidio sin importar cómo, era la muerte más triste y solitaria de todas.

Él y el ciervo se quedaron mirando el lugar en donde antes yacía el cuerpo sin vida de una mujer. El animal fue el primero en desistir y se dio la vuelta, comenzando a caminar hacia otro lado.

La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora