Vigilancia

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CELOS


Cuando Francisco anunció que se pasaría el domingo en la mañana en el parque con una invitada, Miguel no reaccionó nada alarmado. Francisco trabajaba para una oficina de turismo, y la dama era un cliente. La llevaría por el parque de la ciudad, luego al zoológico y luego a sitios coloniales importantes. Nada problemático.

Ah, salvo por el detalle de que parecía una puta cita y que cuando Francisco le enseñó la foto de su cliente, la tipa parecía modelo de revista. (Y cuando hizo notar esa observación, Francisco muy amablemente le hizo saber que su cliente había participado en Miss universo. ¡Miss universo!). Francisco iba a pasarse el domingo en compañía de una súper ultra modelo venezolana que hasta el gay de Miguel tenía que admirar.

Pero hey, eso no iba a molestar a Miguel, ¡no señor!.. No en frente de Francisco, cuando menos. Pero ese domingo, llegó a las ocho de la mañana junto a su Robin, aka Julio, para esconderse entre los arbustos y espiar. ¿Dignidad? ¡Ja! Por favor...

—¿Cuál es la clave para una relación? —preguntó Miguel a un irritado Julio que aun no superaba el hecho de que básicamente había sido secuestrado, mientras usaba sus binoculares para enfocar cada pareja que veía pasar por el parque—. ¿Amor?¿Confianza?¿Ponerles un localizador para saber donde están cada minuto del día?

Julio lanzó un suspiro exasperado.

—Miguel, ¿crees que si supiera eso, estaría aquí espiando al novio de mi hermano con dicho marica al lado? —cuestionó Julio.

—Sí, porque eres familia y la familia va primero que los novios —respondió Miguel.

—¡Ja, esa ni tú te la crees!

—¡Shhhhh! ¡Ecuatoriano bisexual a las tres en punto!

—Miguel, son las ocho y media de la mañana.

—¡Cállate y espía!

Ah sí, justo ahí estaba Francisco, acompañado de... de dos súper ultra modelos, que mierda.Que maldita mierda. Miguel podría ser mas marica que Gregorio en una playa nudista en medio del día del orgullo gay, pero hasta él apreciaría tener a una de esas damas cercas. Lo que le llevaba a hacerse una pregunta importante: ¿Qué hacían esas dos roba maridos al lado de su novio el menso amable que no sabía que estaban tratando de robarlo?

Los tres ocuparon una de las mesas vacías en la cafetería en medio del parque, entablando rápidamente una conversación que parecía muy amena y cordial. Zorras.

—Por eso no se puede tener un novio apuesto en esta economía —masculló Miguel de mala gana—. La gente anda robando de todo.

Julio suspiró, sacando su móvil para mandar un par de textos

—Espero la locura no sea de familia, porque si no, estoy jodido —murmuró mientras tecleaba y era silenciado por un fuerte "shhhhh!" de parte de Miguel.

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No es que Miguel quisiera verlas saltar encima de Francisco. Pero joder, llevaba media hora de espionaje y nada había pasado, ya le estaba dando comezón estar entre tanta hierva. Si esas harpías se apresuraban con su maquiavélico plan, Miguel lo apreciaría y su agradecimiento seria arrancarles los ojos de la forma más indolora posible.

—¡Movimiento de parte del Anaconda ecuatoriana! —dijo Miguel de pronto cuando vio a Francisco abandonar la mesa en la que había estado sentado. Lo siguió con la vista hasta que desaprecio detrás de la cafetería, posiblemente yendo al baño, cuyos cubículos tenían espacio para dos personas montadas una encima de la otra. Ah, los buenos recuerdos.

CelosWhere stories live. Discover now