El sueño

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Mi vida era perfecta tenía una hermosa esposa y una bellísima niña. No era rico, pero tampoco pobre. Vivía cómodamente y podía darme unos lujos de vez en cuando. Sin embargo no envidiaba la vida de nadie, no había nada que me pudiera hacer más feliz que mi familia, mi esposa, una espléndida mujer, ha sido la única que me ha sabido entender y me ha dado fuerzas cuando me siento débil. Soy el más afortunado por tenerla y se lo recuerdo todos los días. Nadie sabe cocinar como ella, le he dicho que abra su propio restaurant pero insiste que el único paladar que quiere satisfacer es el mío.

Mi queridísima hija, de blanca piel como las nubes, un cabello rizado dorado como los rayos del sol, luz de mi camino, me recuerda todos los días sonreír ante la vida pues somos afortunados de seguir vivos. Me quedo fascinado ante su inocencia y mantiene vivo el niño dentro de mí. No tienen idea cuantas veces he preferido dejar a un lado mi trabajo para leerle un cuento, jugar a las muñecas o simplemente observar como duerme ese dulce ángel. Dios definitivamente tiene que existir al otorgarme tan grata vida y sobre todo tan hermosa familia.

Hubo una época en que me considere perdido, bebiendo a morir en un bar en la peor zona de la ciudad y allí fue donde Dios metió su divina mano presentándome a la que hoy en día es mi queridísima esposa y si en algún momento perdí mi fe Él volvió a mirar por mí dándome a nuestra hija.

Mi trabajo me ata mañana y tarde en una oficina, haciendo cuentas y papeleos, no gano mucho, sólo lo suficiente para que mi esposa y mi hija sigan sonriendo, lo que para mí es suficiente. No necesito carros lujosos ni teléfonos más inteligentes que uno y muchísimo menos prendas finísimas que sólo lo hacen a uno ver como un engreído. Mientras mis mujeres mantengan la frente en alto, mi corazón estará lleno y mi alma contenta.

Lo único que me atormentaba eran unas horribles pesadillas que tenía en las noches, en las que estaba en una habitación de hospital donde médicos y enfermeras me revisaban y hablaban preocupados, a veces me movían de cuarto y me operaban. Era un sueño que se sentía muy real pues sentía todo, el frio de las habitaciones, sus respiraciones sobre mí y las lágrimas caer de una desolada mujer. Siempre despertaba gritando y sudando. No se lo comenté a nadie, pues no quería mostrarle a mi familia mi miedo ante algo tan insignificante como una pesadilla, sólo se lo comenté a una amiga que era psiquiatra. Se quedó atónita ante mi miedo al sueño y sólo pudo aconsejarme que durante el sueño le pierda el miedo, ya que después de todo era sólo eso... un sueño.

Esa misma noche volví a caer en la pesadilla, pero esta vez estaba en un quirófano. Sentía el frio de los utensilios en mí y oía a los doctores preocupados exclamando cosas como "el cerebro está muy inflamado", "si no funciona esta vez, tendremos que dejarlo ir"... de repente todo se puso borroso y desperté con una punzada en la cabeza, que revisé a ver si durante el sueño me golpeé con algo para tener tal dolor.

Volví a hablar con mi amiga y al ver mi miedo y preocupación me recetó unas pastillas muy fuertes para dormir. Esperanzado, me tome dos pastillas tal como me dijo y me acosté a dormir. Todo se puso oscuro y después de lo que parecieron horas abrí los ojos, sólo que el techo de mi casa había cambiado: era blanco y hacía mucho frío, veía todo borroso pero aun así escuché: "lo siento señora, su hijo lleva en coma más de tres meses, no podemos hacer más por él, además ya no puede cubrir el precio del seguro, me temo que tendremos que desconectarlo". La mujer rompió en llanto.

¿Pero qué había pasado? ¿Dónde están mi esposa y mi hija? ¿Por qué no me han visitado? Oí la maquina apagarse. Como pude miré a mí alrededor para ver que sucedía y al lado mío se hallaba otra cama con una hermosa niñita enchufada, una niñita idéntica a mi hija... Lo comprendí todo, desde hace tres meses no he vivido, mi esposa no es más que mi santa madre que día tras día viene a alimentarme y a velar por mi seguridad. Mi hija resultó ser sólo mi compañera de habitación, mi amiga en la muerte. Mi exhaustivo trabajo de papeleo son las cuentas que mi madre sacaba para mantenerme con vida.

Mi vida resulto ser un sueño... un hermoso sueño.

El sueñoWhere stories live. Discover now