En el camino

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 A mis cuarenta y cinco años y siendo profesor de filosofía en una prestigiosa universidad, me encontré a mi mismo divagando en un inmenso parque a medianoche dudando de mi persona y el significado de mi vida, a pesar de que imparto la materia del propósito del hombre, de su motivo en la tierra y la búsqueda del conocimiento, de un momento a otro olvidé todo, todo perdió su sentido y así estuve dando vueltas buscando de nuevo mi propósito y el de todo ser pensante sobre la tierra.

En un momento determinado y ya entrada la madrugada, exhausto de tanto caminar y pensar en vano, me senté en una silla y al tomar mi pesado cuerpo una postura de reposo, sentí que mi alma al fin descansaba y que ese asiento era el lugar más cómodo del mundo. Mi ser solo era iluminado por un faro a mi lado, me encontraba solo completamente solo con el helado frío nocturno. Mi única distracción era un cartel comunicando "Dios es el camino, si crees en él nunca estarás perdido, pues siempre te iluminará" ¿Cómo creer en Dios si no hay pruebas físicas de su existencia? Es decir las reglas de la ciencia dice que si algo no se puede percibir con los cinco sentidos simplemente no existe, solo es un mito en la historia, alguien o algo existe al ocupar un lugar en el espacio. A punto de rendirme en mi búsqueda de respuestas, un ser interrumpió mis pensamientos, un pequeño niño no mayor de diez años, aparentemente perdido, que sin decir una palabra simplemente se sentó a mi lado.

-Disculpa niño ¿estás perdido?

-No más que usted, para mí me basta con tomar un autobús e irme a casa, pero si usted ni sabe quien es y para que vive, simplemente está perdido en la vida, ni estando en su casa se sentirá en su hogar, pues por los momentos usted no existe.

Incrédulo ante las profundas palabras de tan joven ser simplemente me le quedé observando sin decir palabra.

-¿Inspirador letrero no le parece? me dijo señalando el cartel que dentro en mi mente tan blasfemamente critiqué.

-¿Cómo va a ser inspirador si no hay muestras históricas ni físicas que comprueben la existencia de Dios o Jesús como deidad? No quiero destruir tus inocentes creencias pero esa es la ruda realidad a la que le enfrentamos los buscadores de la verdad.

- La cuestión no es encontrar pruebas de que existan o no, la cuestión es creer que existieron y existen, eso es lo que se llama fe y eso es lo que mantiene a la humanidad en circulación y estable, funciona como motivo de vida, quiero decir, el humano con lo destructivo y estúpido que es si sabe que en este mundo no hay quien nos juzgue ni nos haga ver que es bueno y que es malo, simplemente destruirá el mundo sabiendo que no será castigado por sus acciones. Y a la vez Dios nos brinda consuelo al hacernos creer y soñar que después de la muerte iremos a un lugar mejor, porque el ser humano es un ser débil que no se puede mantener por si mismo. Por eso es que busca el consuelo enamorándose, entregando su fe hacia alguien que le haga ver las cosas que no percibe en sí mismo. Todo ser humano pasa una etapa en su vida en al cual se cuestiona el significado de la vida y muchos al no encontrarla se la quitan. Con todo esto quiero decir que la taza de suicidios aumentaría catastróficamente si no creen en que habrá una vida más fácil y cómoda después del desastre y la agotadora vida presente.

-¿Quién eres tu? Dije

-Soy un alguien o tal vez un nadie, quien soy yo es algo que realmente no importa pues me iré y probablemente jamás me recordarás, aunque yo siga viviendo será indiferente para ti, ya que me habrás olvidado y viva o muera tu seguirás viviendo y en ese momento seré un nadie mientras soy alguien. La verdadera pregunta es ¿quién eres tú? Tienes cuarenta y cinco años y eres profesor de universidad. Estas muy marcado en este mundo para irte. La urgencia de que tú encuentres tu significado y mantengas tu existencia es más urgente a que te enteres de la mía. ¿Ya sabes quién eres?

En ese instante el misterioso joven me miro directamente a los ojos y fue como una iluminación para mí pues en ese instante supe la respuesta.

-Soy el pasado que adiestra al presente a construir el mañana, soy un intermediario en el círculo del conocimiento, soy una herramienta del futuro. Entreno a los jóvenes para que sepan quiénes son y qué deben hacer.

El joven chico sonrió y dijo:

-¡Precisamente! eso es lo que somos todos, herramientas que, sin darnos cuenta, funcionamos en conjunto, nacemos con un destino: mantener al mundo girando. Nadie sabe por qué es así, pero nadie se ha quejado, la vida es una gran máquina y nosotros somos los engranes. Los jóvenes aprenden de los engranes oxidados para sustituir su labor y realizarla mejor, a lo mejor no tiene lógica, pero ya estamos aquí y no podemos desperdiciar nuestro tiempo. Recuerda que cada tiempo perdido es un tiempo que no se recupera, un tiempo de juventud desperdiciado, un tiempo de vida menos. Bueno mi trabajo aquí ha concluido, si vuelves a sentirte perdido no temas. Ser un adulto no implica que poseas todas las respuestas, a veces los más jóvenes pueden tener las respuestas a las más grandes incógnitas.

Con una sonrisa en su rostro el joven se paró y se alejó de mi vista en la oscuridad del parque, pero... ¿Quién era este joven ser que ha aclarado mis dudas? ¿Será este mi principito? Un ser de otro mundo que ha venido a recordarme la inocencia y la sencillez con la que se ve el mundo a través de esa mágica edad, no lo sé y a lo mejor nunca lo sabré, lo único que siempre mantendré en mente es que esta noche un inocente niño le ha enseñado a vivir a un adulto.

En el caminoWhere stories live. Discover now