Prólogo.

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A mediados del siglo veintiuno, por un intento de conseguir que el cambio climático dejase de existir, los países de los cinco continentes se unieron en uno solo sin perder sus costumbres e idiomas maternos. Con eso se consiguió que la diversidad aumentase aún más para aquellos que apenas podían permitirse salir de sus países por las fronteras, y eso provocó un aumento de la natalidad que desbordó con los recursos que el planeta Tierra podía conceder a los humanos. Es decir; eran más personas de las que el mundo podía soportar.

Dado que solo un 10% de la población podía permitirse pagar los precios caros de los productos necesarios para vivir, y que el resto moría de hambre o en la calle por ser unos meros vagabundos sin vivienda y sin medicina, el mundo se sumió en un caos. Algunos se volvieron carnívoros, otros asaltaban a los beneficiados y les robaban... Nadie vivía tranquilo.

La única solución que a los gobiernos de los cinco continentes se les ocurrió, fue crear un virus mortal para la mayoría de la población. En el 2100 el 60% falleció instantáneamente, uno tras otro. Un 20% sobrevivió, pero tenían graves enfermedades que les impedían hacer cosas por sí mismos. Un 10% logró superar al virus sin enfermar; eran los llamados inmunes. Y el porcentaje restante no enfermó, pero desarrollaron capacidades de las que carecían anteriormente. No era nada mágico ni algo similar. Aunque sí parecía sacado de un cuento de fantasía.

En 2105, una vez que los recursos volvían a ser mayoritarios a los humanos, pero aun así eran caros para la gran mayoría, los gobiernos propusieron crear la conocida "Universidad de los talentos definitivos" para que los adolescentes de cuatro generaciones distintas se presentasen de manera voluntaria si querían una cura para sus familiares vivos pero enfermos. El único requisito que se pedía para entrar era que el único grupo de los supervivientes que habían desarrollado capacidades impropias de ellos podían echar matrícula.

En 2106 la primera generación entró. Se anunció por las grandes pantallas quiénes serían, y alguna que otra vez alguno de ellos conseguían que un continente entero tuviese medicinas para mejorar un poco los síntomas del 20% de personas graves. Nadie entendía por qué sucedía eso, pero la gente era feliz. Y gracias a eso se consiguió que en el 2107 y 2108 hubiese más voluntarios. Todos anunciados antes de entrar en el "periodo escolar", pero de ninguno se sabía nada.

En el 2108 eché la matrícula para presentarme en la "Universidad de los talentos definitivos" al inicio del 2109 por voluntad propia. El misterio de las medicinas a todo un continente entero cuando la promesa era solamente para los familiares de los presentados no me interesaba. Tampoco me importaba que no se supiese nada de los voluntarios incluso años después de haber sido anunciados. Lo único que quería era salvar a mi abuela, gravemente enferma, y que tuviese una vida plena.

—Deja de mirar esa carta absurda y préstame atención de una vez —me reprendió mi abuela, obligándome a alzar la mirada para cruzar mis ojos con los suyos. Estaba cruzada de brazos con unos aires que daban miedo—. ¿En serio vas a ir?

—Sí.

—Soy vieja, cariño. No necesito que... —se interrumpió por culpa de la tos. Solía pasarle muy a menudo. Su enfermedad era un resfriado crónico que, aunque ha mejorado un poco por las razones en las que estaba pensando y las cuales no sé con exactitud, sigue ahí—. No necesito que te juegues la vida por mí.

—Es una Universidad. Seguramente nos darán clases para prevenir que haya una sobrepoblación de nuevo, o algo así.

—No me lo creo. Eso no puede ser posible, ¿sabes por qué?

Suspiré mientras guardaba el contenido de la carta en el sobre que me llevaría conmigo.

—Por qué.

—Porque de ser así sabríamos dónde están los 500 voluntarios de la primera generación. ¡Y no se sabe absolutamente nada! —y tras exclamar eso, volvió a toser—.

—Agradece que yo sea uno de los 100 que representarán al continente asiático en este último curso universitario —murmuré. No pude proseguir con lo que estaba diciendo, pues mi abuela aunó toda sus fuerzas para pegarme—.

—¡Nunca podré hacer... eso! —se dobló ligeramente tras toser una tercera vez—. Estoy segura de que no saldrá nada bueno de esa Universidad.

La sujeté por los hombros y volví a suspirar. No me importaba que me hubiese pegado una bofetada.

—Tengo dieciocho años. Soy yo el que elige lo que hacer con su vida ahora. Y quiero asistir a ese lugar para conseguirte una cura definitiva.

—Tu talento es inútil a la hora de sobrevivir, si es que... te hace falta.

Mi capacidad no era nada del otro mundo y lo sabía. Pero a mí me parecía fascinante. Se me denominó nada más reportar mi talento como "el intérprete". Siempre se me dieron mal los idiomas. Nunca fui capaz de entenderlos, hasta que un día, de repente, me desperté con la capacidad de entender desde un ruso hasta a un hindú. Todo de manera oral, claro, pero fue muy chocante al principio. No lo entendía. "¿Cómo es posible esto?" pensaba una y otra vez. Y cuando el Gobierno asiático confesó que una de las variantes del virus era esa, lo entendí. Yo había sido elegido por el azar como algo más que un inmune.

—Da igual. En fin, abuelita. Debo irme —le di un beso en la cabeza y aparté mis manos de sus hombros. Ella se aferró a mi camiseta antes de que pudiese abrir la puerta principal y montar en el taxi exclusivo que la Universidad había mandado en mi busca—. Me van a regañar...

—Solo ten cuidado. Por favor.

—Lo tendré. Pero insisto en que seguro que lo único que hacemos es dar clases.

Me soltó con una expresión que indicaba que no creía lo mismo que yo, pero poco podía hacer. Mi abuela tendía a tener pensamientos increíbles sobre asuntos cotidianos de la vida. Por ejemplo, hay veces que pensaba que mi difunta hermana se levantaría de la tierra para devorarnos. Cosas sin sentido.

Pero, a pesar de eso, estaba mentalmente sana.

Nos echamos una mirada de despedida, sin más palabras innecesarias, y salí de la que había sido mi casa durante dieciocho años de mi vida. Estaba preparado para afrontar lo que se me venía encima.

Incluso aunque no supiera que ese primer año iba a ser difícil de soportar.

Ya cambiaré la portada próximamente. De momento, esa está aceptable (?). En fin, espero que la idea os llame la atención y que recomendéis esta historia. Dejadme votos y comentarios para que llegue fácilmente a ojos ajenos, por fa <3. ¡Os quiero!

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