No La Busques

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Vueltas y vueltas alrededor de la cama, el tedioso ruido de los autos pasar por la autopista a las tres con quince de la madrugada, era lo que Astrid tenia que vivir día tras día en su pequeño departamento en medio de la gran cuidad de Oslo

La habitación casi retumbando por la gran fiesta que tenían los vecinos de arriba, la discusiones de la pareja de casados que tenia por vecinos al lado, que justo hace unos días preparaban los papeles de divorcio o al menos eso le contó su vecina Mérida del piso de abajo que juraba escuchar en estos precisos momentos los gemidos y las palabras "más y más" no era de sorprenderse, cada fin de semana llevaba un lindo chico a su apartamento, tenían sexo y al día siguiente en camino de ir a la oficina aquella pelirroja le contaba cada detalle de ello, lo que a Astrid solo le tocaba escuchar, aunque por dentro suplicara que no dijera ni una palabra más

Frota su rostro con pesadez, el terrible dolor de cabeza seguía intacto, era usual cuando iba a un bar y ahogaba todas sus penas y estrés con unos cuantos tragos. Escucha su celular vibrar por debajo de su almohada, al desbloquear la pantalla aparece una linda sonrisa al notar que su mejor amigo Jackson Frost la saludaba a estas horas, saca una carcajada al leer dicho mensaje "que estas haciendo?"

Mira el blanco techo y decide ignorarlo dejando su celular de vuelta debajo de esa fría almohada, el insomnio volvía una vez más, eso pasaba cada fin de semana, después de varios días trabajando, cocinando y alimentando a su linda guacamaya azul que Jack le había regalado hace unos meses por su cumpleaños número veinticinco

Sabía que se lo daba como un consuelo, no mentía cuando decía que apreciaba y quería mucho a Jack, pero una que otra vez sospechaba que todo ese cariño se convertía en lastima

Astrid le lastimaba, le dolía haber tenido que dejar a sus padres, perder cualquier contacto con sus amigos, a excepción de Jack claro esta, convertirse en una chica antisocial quien le molestaba la presencia de varias personas, la terrible presión de hacer nuevas amistades y preferir estar encerrada en su apartamento escuchando música, leyendo unos cuantos libros o cocinando para Mérida cada vez que llegaba ebria los viernes por la noche y escuchar el mismo discurso de lamento y desprecio hacia su novio Eret por haber tenido una nueva discusión

De algo estaba segura, y era no volver a caer en los encantos y cariños de un hombre que quisiera una supuesta relación sentimental con ella, y aún peor, caer en esa tentación. Porque por ello se había convertido en la chica solitaria de veinticinco años que es ahora, con su guacamaya como única compañía viviendo en un pequeño apartamento, a punto de ser despedida por su jefe al no tener ninguna historia que presentar, adicta a beber alcohol cada fin de semana y fumar en la terraza de su edificio cada que le apeteciera

Él era el causante de todos sus insomnios, de todo su estrés acumulado, de todo el dolor por haber dejado a su familia a un lado, por él... Hiccup Haddock

No tenía ninguna intención de volver a verle, pero todos los recuerdos seguían presentes, los insultos, las peleas que con el tiempo se volvían más agresivas hasta llegar a tal punto de golpes y amenazas, afectó la convivencia con la familia y amigos que Astrid tenía, por eso, después de terminar con Hiccup, decidió dejar su vida anterior, instalarse en este pequeño edificio y vivir amargamente hasta morir 

Y a Astrid no le molestaba, se había acostumbrado a la soledad y amargura que tenia su vida, que ya lo consideraba agradable y con una gran tranquilidad, vivir esos días grises acompañada de una cargada taza de café, su bolso y ese paraguas negro que la cubría de esos días lluviosos, no salía los días soleados, odiaba esa desagradable sensación de tener todo el cuerpo en llamas, prefería estar en su apartamento con las cortinas cerradas impidiendo la entrada a cualquier rayo de sol y escuchar musica acompañada de Tormenta, su linda guacamaya azul

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