Prólogo

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La tarde continuaba su ritmo de una forma lenta y apagada, no se oía a nadie en las calles mientras caminaba hacia la biblioteca, parecía que la lluvia torrencial de aquel día había hecho que todo el mundo se quedara en sus casas, con una manta y un café o chocolate entre sus manos mientras veían la televisión, algún programa absurdo de aquello que solían poner actualmente. No entendía como la gente podía ver aquello, no hacían gracia, y la gente que salia en ellos seguramente tuvieran menos cerebro que un mosquito aplastado. Las gotas de lluvia caían alrededor de mi paraguas, algunas por el viento llegaban a darme en las botas o en el abrigo, otras , la gran mayoría caían sobre el suelo, una tras otra. Notaba el aire frió chocar sobre mis mejillas intentado ocultar estas debajo de la bufanda. 

No tarde en llegar a mi destino entrando en la librería sintiendo el calor de dentro de esta, dejando el paraguas en la entrada, junto a los demás, con una sonrisa me dirigí hacia Elena, y la deje el libro que ya me había terminado. Elena siempre con una sonrisa y su pelo liso planchado cogió este y lo guardo detrás de ella para luego ir a colocarlo. Como siempre me pregunto sobre el instituto, pero ¿que la iba a decir que ya no supiera? Era como mi segunda madre, siempre había estado ahí, prácticamente me había visto crecer, desde que aprendí  a leer y mi madre me llevaba para que cogiera el siguiente, y así al cabo de todos estos años, Elena seguía allí, y parecía que no se iba a ir nunca, aunque muchas veces bromeaba con ella sobre quitarla el puesto cuando fuera mas adulta y acabara todos los estudios, ella reía, y negaba, como si pudiera ver detrás de mio mas bien dentro de mi. Ya que siempre que estaba triste, aunque no lo hiciera ver, ella lo sabia, ella había secado mas veces mis lagrimas que mi propia madre, no me gustaba llorar en casa, y cuando lo hacia era en mi habitación, de noche cuando todo el mundo estaba dormido en casa. Pero con ella era diferente, parecía que ya sabia lo que me pasaba antes de decírselo, ya que siempre tenia respuesta para todos mis problemas. Y siempre sabia que libro darme para ayudarme, o simplemente para que me olvidara de todos mis problemas y me centrara en el mundo interior. 

Sentí un pequeño escalofrió recorrerme la espalda mientras caminaba por entre las estanterías llenas de libros, lo que hizo que me parase enfrente en de uno en concreto, pase la mano por el contorno de este y leí el nombre lo que me hizo que frunciera el ceño y lo cogí lentamente separándolo de los demás, mire la portada y pase mis dedos por esta notando el ligero relieve, por arriba era un relieve oscuro y abajo era blanco lleno de luz. Note como mis pupilas brillan y hacían que mis manos abrieran el libro, pero una voz hizo que me detuviera y parpadee varias veces mirando hacia la derecha y encontrándome con aquella malvada mirada, y abrace el libro contra mi pecho.

-Mirar quien anda por aquí - dijo Úrsula con aquel tono prepotente de siempre- ¿ como esta tu novio? Ah no espera, que te dejo ¡por mi! 

Me mantuve callada in dejar de mirarla a los ojos, siempre hacia lo mismo, siempre quería hacerme daño, o mas bien, simplemente hacer daño a la gente que no conocía, o que no opinaban como ella, me gire y me tope con el, mis ojos marrones se encontraron con los suyos, y baje la mirada, lentamente, pero la subí, ya habían pasado unos meses de aquello, pero aun así, seguía doliendo, se aparto y camine pero me engancho del brazo.

-No he acabado de hablar maleducada - continuo-

-Úrsu, déjala tranquila, no tiene la culpa de seguir siendo como es

Cerré los ojos con fuerza y moví el brazo de forma brusca haciendo que me soltara y me aleje de aquel pasillo rápidamente, ocultando detrás de unos estantes lejanos , sentándome en el suelo, abrazándome las piernas al pecho dejando el libro a mi lado, ocultando las lagrimas todo lo que podía, '' no tiene la culpa de seguir siendo como es'' esa frase reboto en mi cabeza como si de mil dagas se trataran.  De nuevo sentí aquel escalofrió recorrer mi espalda y mire el libro, lo cogí entre mis manos y vi como Úrsula de nuevo, se acercaba a mi a paso firme. 

Me levante para irme pero el libro comenzó a moverse entre mis manos, solo, era como si temblara y lo tire al suelo, asustada, de pronto se abrió de golpe y un fuerte rayo de luz blanca broto de el hacia a mi, sintiendo calor, paz, tranquilidad, calma...

¿Bendición o maldición?Where stories live. Discover now