Capítulo 1.

1.3K 79 45
                                    

Londres.
1994

El joven artista trazaba unos torpes bocetos mientras de vez en cuando una carcajada salía de sus labios.
Si bien Hewlett también hacía tonterías como cualquier otro chico, no había nada comparado a lo que hacía su mejor amigo.
—¿Jamie?— aquel llamado sacó al dibujante de sus pensamientos para después dirigir su mirada hacía su amigo.
—Vaya, miren quién revivió— dijo Hewlett con tono burlón en su voz.
—Creí que despertarías dentro de una semana, Albarn.
El contrario rodó los ojos mientras estiraba sus brazos y piernas.
—No es gracioso, no recuerdo casi nada de anoche.

Jamie dejó su libreta a un lado e inmediatamente se levantó de la silla en la cual hacia unos momentos estaba cómodamente disfrutando la inconsciencia de su amigo, quien finalmente había vuelto a abrir los ojos.
—Bueno, hermano, eso no es nada nuevo pero es casi medio día y tengo algo así como una entrevista de trabajo— comentó Hewlett, tratando de hacerle notar a su amigo que ya era hora de irse.

—¡Oh, vaya!— respondió el otro —Tengo resaca, me terminé todo mi dinero en la fiesta de anoche y ahora mi mejor amigo me echa de su apartamento.

El artista suspiró y tomó sus cosas dirigiéndose a la puerta.
—Damon, sabes que te amo pero nunca he comprendido por qué siempre que bebes debes quedarte aquí.

El rubio hizo un puchero seguido de un gran eructo, típico de él.
—Suerte con la entrevista, no te preocupes, tomaré una ducha aquí y después me iré, ¿vale?— a esto Jamie asintió con la cabeza para después salir de su hogar.
Todo era verdad después de todo, Damon adoraba salir a fiestas y al día siguiente siempre amanecía en el cómodo sofá de su mejor amigo.

¿Cómo?, ni él lo sabía.

Pero, ¿qué importaba?, Hewlett era su casi-hermano y suponían que siempre debían apoyarse uno al otro, no había problema si él seguía quedándose en su apartamento.
—Algún día se lo recompensaré— murmuró Albarn antes de dirigirse al baño para tomar la ducha que tanto necesitaba.

Según Damon, a ninguna chica le era agradable un hombre apestando a sudor, alcohol y cigarrillos y por lo tanto le era urgente ducharse o de lo contrario sería llamado Damon "El Vagabundo (pero guapo)" Albarn.
Claro que ese apodo no le sería nada agradable, ni mucho menos en fiestas rodeado de jóvenes como él.

Pasados unos veinte minutos, el rubio ya estaba aseado y vestido, listo para dar una vuelta en bicicleta.
Era sábado por la tarde, no tenía planes y por eso aquella idea le había parecido excelente.
—Bueno, hora de salir— se dijo a si mismo mientras tomaba una barra de cereal del cajón secreto de Jamie.
Sonrió de lado, tomó las cosas que llevaba la noche anterior y se marchó.

Antes de comenzar su paseo solitario, Damon debía ir a casa para tomar su bicicleta y aquello le propinaba una gran pereza ya que su hogar estaba relativamente lejos de donde él se hallaba pero aún así no permitió que eso lo detuviera y decidió seguir con su plan sabatino.
—Genial, debí haberla traído a casa de Jamie anoche— pensó —Aunque a decir verdad, no estaba en condiciones para conducir.

Una vez subido al autobús, el rubio comenzó a degustar el snack robado; tenía hambre y sed, algo muy usual en las resacas.
No pasó mucho tiempo para que éste comenzara a recibir miradas y sonrisas por parte de algunas chicas y en cierto modo le gustaba porque ya estaba acostumbrado y sabía que algunas veces podía aprovechar para salir con alguna de ellas.

—Damon, eres todo un galán— pensó irónicamente.
15 minutos después ya había llegado a su vecindario, entonces comenzó a caminar hacia su casa que por cierto no era ni grande ni lujosa pero era suficiente para él y con eso bastaba.
Y mientras caminaba de pronto se topó con un amigo suyo.
Oh, no.

—¡Damon, bastardo!— exclamó un joven pelinegro corriendo hacia él.

Era Alex, uno de los amigos más cercanos de el rubio, un jovencito siempre dispuesto a crear un "caos" con sus amigos y en parte eso estaba bien para Albarn pero en ese preciso momento lo único que necesitaba era un paseo tranquilo y un jugo.
—Hey, Al— respondió el mayor.

—¿Cómo que "hey, Al"?, ¿dónde estabas, viejo?, ¡quedaste noqueado con una botella de whisky anoche!— exclamó éste con una gran sonrisa en su rostro.

Al escuchar esas palabras, Damon empezó a recordar más cosas de la noche anterior.
Era verdad, había bebido whisky como si fuese agua pero lo que más le sorprendía era la impresionante memoria que Alex tenía para poder recordar todas esas mierdas.
¿Cómo era posible?, todos estaban demasiado ebrios.

—Ah, sí— fue lo único que atinó a responder, de todas formas no tenía muchas respuestas —Alex, ¿cómo es que tú recuerdas lo que cada uno hizo en la fiesta?— cuestionó el ojiazul arqueando una ceja.
A eso, el menor comenzó a reír mientras daba unas palmadas en la espalda de su amigo.

—Idiota, yo puedo beber litros y litros de alcohol pero jamás olvido las cosas, es por eso que recuerdo todos y cada uno de los nombres de las chicas con las que me he acostado estando ebrio— Damon rodó sus ojos una vez más y negó repetidamente con la cabeza.

—Oye, ¿qué pasa?, ayer estabas muy animado, viejo— agregó el pelinegro.

No es que el mayor estuviese molesto o amargado, simplemente quería olvidar al alcohol por un tiempo y hacer otro tipo de actividades aparte de drogarse y beber.
Quería conocer cosas nuevas pero sabía que teniendo amigos como Alex le iba a ser difícil apartarse del caos.

—No pasa nada, tenía planeado dar un paseo en bici por el vecindario, ya sabes, algo calmado— respondió, encogiéndose de hombros.

Alex sonrió y entonces una gran idea pasó por su mente.
Cool, yo iré contigo, hoy habrá un festival de música junto a la feria, ¿qué tal si vamos y bebemos juntos?— sugirió el menor, esperando un "si" por parte de su amigo.
Si, Alex James amaba pasarla bien con sus amistades y claramente para él no existían los límites.

Damon meditó aquella opción unos segundos para después sonreír pícaramente.

—Vamos entonces, idiota.

That Boy | Gramon.Where stories live. Discover now